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- 01/12/2014 01:00
¡Saludo patriótico al maestro panameño!
Con motivo de la celebración del Día del Maestro panameño, hoy precisa recordar el mensaje de uno de los más distinguidos maestros revolucionarios de nuestra era republicana: el profesor Federico A. Velásquez. Hace justamente 49 años nos decía: ‘Si los educadores logramos presentar un frente unido, capaz de señalar rumbos en la vida nacional, notaremos de inmediato la necesidad alarmante que existe de definir posiciones, de establecer ideales, de seleccionar valores. Sin definiciones del tipo de hombre que deseamos formar por medio de la educación, la actividad educativa andará al garete, sin rumbo. Es preciso saber si estamos educando a un joven para que viva en una sociedad semifeudal, como la típica de América, o si estamos educando para una sociedad que evoluciona con gran rapidez y que requiere de una educación que contribuya a capacitarlo para que viva en una sociedad de cambios y progreso’.
Luego de casi cinco décadas de aquel pronunciamiento del profesor Velásquez, la situación en educación sigue sin respuesta. A pesar de los intentos que se han hecho para modernizar la educación en Panamá, la situación sigue igual y ha desmejorado en muchos aspectos. La unidad magisterial hoy más que nunca parece ser una quimera, una ilusión; y la actividad educativa —pese a la admonición oportuna del profesor Velásquez en 1965— parece que anda al garete, sin rumbo. Lamentablemente, aún no hemos definido, a nivel de Estado, qué tipo de hombre deseamos formar por medio de la educación frente al reto del siglo XXI.
No obstante, la reforma integral del sistema educativo es una de las tareas más importantes que debemos emprender con la mira puesta en el futuro. La renovación de los métodos de enseñanza debe orientarse a conseguir que los cambios decisivos de la vida espiritual, política y económica sean más relevantes para la niñez, la juventud y el adulto. Pero el indiscutido objetivo del reformador consiste también en la elevación del nivel educacional, y en ofrecer a cada uno la máxima ocasión de desarrollar sus inclinaciones y aptitudes, así como prepararlo para una vocación y un compromiso que redunde en beneficio de toda la sociedad.
Más que nunca en el pasado, la escuela panameña tiene ahora la función de patrocinar el desarrollo espiritual, intelectual y formar el carácter de la población, especialmente juvenil. Pero los establecimientos educacionales solo pueden satisfacer estas expectativas si fundan su planificación específica de tal manera que les sea posible hacer justicia en esas metas, y siempre que se les concedan los medios adecuados y suficientes.
A más de una centuria de vida independiente (111 años justamente), Panamá sigue a la espera de un Magisterio que se torne en fuerza de progreso, para que logre dejar oír con autoridad su voz en la vida nacional; y para ello tiene que poseer la pujanza que solo da la unidad, y tiene que poseer la firmeza que dan los ideales, sobre todo cuando se piensa en función de Patria, justamente como lo concebía y practicaba el gran Maestro ejemplar, Federico A. Velásquez, tanto en el aula secundaria, en la cátedra universitaria, en la tribuna pública, como también en la rectoría del Ministerio de Educación.
A pesar del corto periodo en que el Prof. Federico A. Velásquez, ejerció como ministro de Educación (1959-1960), logró grandes cambios e innovaciones en la Educación Nacional. Se impulsó una profusa campaña de ‘alfabetización’, para lo cual se creó la Dirección Nacional de Alfabetización y Educación de Adultos, en el Ministerio de Educación, con resultados altamente positivos, pues, para entonces, el país acusaba un altísimo porcentaje de analfabetismo. Se impulsó, igualmente, la escuela nocturna oficial, que benefició a muchos jóvenes y adultos en su afán y legítimo derecho a terminar la educación media, que les facilitó acceso a un empleo inmediato en el comercio, la empresa privada y el servicio público, además de abrirle el camino a la educación superior, en busca de una formación profesional universitaria o de índole técnica.
¡Tributamos, pues, nuestro sentido homenaje docente a todos nuestros colegas jubilados y en ejercicio, en el glorioso Día del Maestro panameño!
*MAESTRO DE CIUDADANOS.