Silvio en concierto

La información sobre un posible concierto del cubano Silvio Rodríguez en la ciudad de Panamá sorprendió a muchos, que recibieron el breve comunicado a través de las redes sociales. Surgieron dudas y preguntas sobre los detalles. Al menos se planteaba que su presentación tendría lugar en la Universidad de Panamá, específicamente en el estacionamiento de la Facultad de Administración Pública, escenario inesperado.

El trovador hizo su aparición en el contexto de la VII Cumbre de las Américas, en el encuentro dedicado a los pueblos que se realizó en intramuros universitarios. Fue la segunda vez que visitaba el país desde aquella ocasión memorable a finales de la década de los setenta cuando actuó en el Teatro Nacional junto a cantautores de varias nacionalidades y a Sara González y otros compañeros de la Nueva Trova.

El local, a un costado de la avenida Bolívar, empezó a llenarse desde temprano. Una tarima exponía un mural con los colores de la bandera cubana y una alegoría dedicada a rostros y formas significativas en la cultura de la isla. A las 8:00 en punto, un sexteto salió, ocupó los asientos entre los instrumentos y los afinó. Al ajustar el sonido se escuchó la voz del tenor y los asistentes confirmaron que se trataba de Silvio con guitarra en las manos y audífonos.

Su interpretación inicial se deja escuchar límpidamente, entre los gritos de la audiencia, que no da crédito a verlo, algo grueso con un pantalón de mezclilla, camisa negra y gorra, detrás de la que se veían cortos mechones canosos. Su imagen mítica, flaco, de apariencia de vaquero o de extracción rural y cabellera con brillo azabache, peinada hacia atrás, ya es asunto del pasado.

Sus primeras canciones corresponden a los últimos discos; dedicó textos a Ernesto Guevara, a su amiga chilena Isabel Parra y a Irak. La realidad histórica y los recuerdos fluyeron convertidos en versos que, a través de la metáfora y una lírica cuidadosamente dedicada y con mucha sensibilidad, exponen retazos de las vinculaciones políticas, sociales y culturales. También deja oír la melodía de su disco Cita con ángeles.

Las cuerdas —contrabajo, tres, guitarra—, vientos —flauta y clarinete— y percusión brindan el contexto rítmico para sus poemas, rimas con nuevos arreglos. El público aclama y entona las composiciones para hacer coro al intérprete en esa noche fresca de fin de la temporada seca. Además, la multitud congregada pide los éxitos conocidos; Ojalá, El elegido, El unicornio azul y aquellos títulos donde unió su registro musical al de Pablo Milanés.

La obra de este poeta alcanza más de quinientas canciones y un total de treinta discos; dieciocho en estudio, cuatro en vivo, cinco recordatorios y otros tres de tributos. Desde niño tuvo relación con la música, la literatura y conoció desde muy temprano a Saint Exupery con El principito, a José Martí y Rubén Darío. En la adolescencia, leyó y alcanzó inspiración de diversos líricos, modelos de importancia para su trabajo creativo en la trova.

Gracias a un acompañamiento de mucha delicadeza melódica, Silvio pudo ofrecer durante una hora y media, un puñado de sus éxitos y los ordenó desde los últimos discos hacia los primeros y más famosos. Fue breve en la explicación de cada pieza del repertorio y agradeció al público por su comparecencia. Su capacidad de manejo en la expresión artística, le ha permitido adquirir experiencias en muchos y lejanos confines del planeta.

Pero lo fundamental que logra cautivar a sus oyentes es la forma tranquila, llena de musicalidad como surgen los enfoques sobre el amor, los sentimientos y valores profundos que hacen de la existencia un inagotable caudal que da sentido trascendental a su poética y ponen a reflexionar sobre la vigencia de estos temas.

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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‘Gracias a un acompañamiento de mucha delicadeza melódica, Silvio pudo ofrecer..., un puñado de sus éxitos y los ordenó desde los últimos discos hacia los primeros y más famosos'