• 26/05/2011 02:00

Desarrollo social y democracia

N os cautiven o nos desagraden, los resultados de la primera vuelta electoral del Perú constituyen una prueba más de que los peruanos vo...

N os cautiven o nos desagraden, los resultados de la primera vuelta electoral del Perú constituyen una prueba más de que los peruanos votan de acuerdo a su propio criterio y no en función de las preferencias o desigualdades de algunos medios de comunicación.

En las elecciones anteriores, Humala ganó la primera vuelta, perdió la segunda por los efectos de la campaña que lo describió como discípulo de Hugo Chávez. Anteriormente, Alberto Fujimori, desconocido candidato antisistema, se mantuvo en el poder tres períodos, después de ordenar el caos económico dejado por el gobierno de Alan García. Persiste, sin embargo, en la víspera de la segunda vuelta electoral el clima de intolerancia y dogmatismo contra los dos candidatos.

No cabe duda de que fracasaron los que pretendieron imponer candidaturas y los políticos de los partidos tradicionales que fraccionaron el espectro político. En cambio, prevalecieron las corrientes antisistemas de los votantes, demostrando una capacidad de discernimiento autónomo y una resolución de desafío y de riesgo ante el futuro.

¿Apoyan a Humala, con un programa económico que ha enmendado en el lapso de la segunda vuelta para aproximarse más al modelo desarrollista de Lula que al modelo estatista de Chávez? ¿Se trata de cambios reales o de una estrategia para frenar el miedo al totalitarismo? El tiempo lo dirá. El electorado parece asumir el desafío de una posible alineación ideológica con un tercer fujimorismo sin Montesinos y de una reedición de un régimen socialista, como el de Brasil, Uruguay y El Salvador.

Sorprende a los observadores que el electorado peruano mayoritario desdeñe el modelo económico del segundo gobierno de Alan García, que ostenta los indicadores económicos más impresionantes de la década latinoamericana.

Expongo una hipótesis de explicación de la supuesta paradoja.

Los resultados regionales de la votación del segundo régimen de García Pérez indican que el APRA ganó en la mayoría de los departamentos de la Costa y perdió en la mayoría de los departamentos de la Sierra. El APRA empezó a perder el respaldo andino con Belaunde Terry. Desde entonces, el desgaste político no ha cesado.

Humala ha aprovechado el descascaramiento político del APRA que fue, tradicionalmente, fuerte en Huancayo, Cerro de Pasco, Huancavelica, Apurímac, Cuzco, y también en Huánuco, Loreto y otras zonas amazónicas.

¿Podrán lograrlo Humala o Keiko Fujimori?

Keiko Fujimori ha pedido perdón por los graves errores políticos de su padre: tacha de arbitraria la disolución del Congreso y del Poder Judicial, la creación de escuadrones de la muerte, los asesinatos de disidentes políticos, los sobornos a jueces, militares, medios de comunicación, en suma, el envilecimiento de los poderes públicos.

Los peruanos que votaron por Keiko confían en darle una segunda oportunidad al fujimorismo. En otras palabras, un neofujimorismo expurgado de los descaecimientos éticos que llevaron a civiles, militares, periodistas, parlamentarios, a las fronteras máximas del oprobio. ¿Puede negársele a un hijo que redima los errores de su padre; o debe ser estigmatizado por siempre por las faltas de sus familiares?

Estas son las opciones elegidas libremente por el electorado peruano. Si la democracia es primordialmente, antes que nada, tolerancia y respeto a las opiniones contrarias a las propias, apoyemos la libre determinación de los votantes. Los pueblos tienen tanto derecho al acierto como al error. Esta es la esencia de la democracia contemporánea. Algunos cínicos aseveran que los países tienen los gobiernos que se merecen.

*ABOGADO Y PERIODISTA.

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