• 08/04/2013 02:00

Estado, candidatos y sociedad

No sé cuándo será la hora de que realmente vayamos pensando como sociedad en buscar la manera de encapsular, separar, marginar a los gob...

No sé cuándo será la hora de que realmente vayamos pensando como sociedad en buscar la manera de encapsular, separar, marginar a los gobiernos de la actividad política electorera una vez asuman el poder y la conducción del Estado, para que trabajen pensando en el bienestar de la colectividad y no en las próximas elecciones. Eso lo escribí de alguna manera hace tres años y de allá para acá, es evidente la razón por la cual es necesario que cada gobierno se aleje de la actividad política y se dedique a gobernar. Lo del Metro Bus (aunque necesario y justo) se manejó con un alto grado de cálculo político. No sé si mejorará en el futuro, pero mientras esperamos eso, el que anda a pie sufre. No hay otra manera de ponerlo.

Hay una tendencia en calificar a muchos de los electos y candidatos como ‘líderes’ en sus comunidades locales y a nivel nacional, pero dudo mucho de ese liderazgo si eliminamos la gran cantidad de dinero que gastan en sondeos y encuestas los meses y años antes de cada periodo electoral.

La calidad de personas que terminamos eligiendo y la calidad de personas que muchos de ellos han tenido la oportunidad de incluir en sus equipos de gestión, distan mucho de tener como norte el trabajo honrado en beneficio del pueblo. Peter Drucker, escritor e investigador social, sobre la cualidad del individuo, señalaba que: ‘El líder que básicamente se enfoca en él mismo va a engañar’. (‘The leader who basically focuses on himself or herself is going to mislead’.). De eso tenemos mucho en estos tiempos que viven de los resultados de las encuestas todos los meses.

‘Liderazgo es elevar la visión de un hombre a niveles más altos, es aumentar el desempeño de un hombre a estándares más importantes, es la formación de la personalidad de un hombre más allá de sus limitaciones normales’. Eso se logra, según Drucker, mediante ‘estrictos principios de conducta y responsabilidad, altos estándares de desempeño y respeto por el individuo y su trabajo’.

Desde hace rato vengo señalando que el rol y el concepto de liderazgo político en nuestro país entró en crisis y cada día parece afectarse más. En cuanto a los partidos políticos, estos han perdido por completo su fundamento filosófico y su propiedad ideológica. Martin L Gross, autor del libro ‘A call for revolution’, señala que ‘vivimos en un mundo en donde la política ha reemplazado la filosofía’ (We live in a world in which politics has replaced philosophy.), y para mí, la política basada en principios ha muerto. Tan es así que la educación política en los partidos es nula, no existen programas ni estructuras para la formación de dirigentes.

¿Cuántos de estos que salieron electos hace cuatro años pueden inteligentemente referirse a la historia política de su partido y del país? ¿Cuántos de ellos pueden ilustrarnos acerca de los hitos históricos de la nación? ¿Cuántos entienden y conocen la diversidad social y cultural del país?

En este tiempo el clientelismo impera. El ser político ya no es una conducta respetada. Levanta sospechas, es desprestigiada. No hay visión estratégica ni educación política pero sí manejo de imagen y manejo ante los medios. El individualismo narcisista impera.

El gobierno prometió muchas cosas en campaña: mejorar la seguridad que parece recrudecer cada día independientemente de las estadísticas. La realidad nos lleva a afirmar que es más fácil prometer que cumplir. El problema del narcotráfico, la delincuencia común que amenaza a diario la estructura social del país, requiere de una visión seria que se fundamente en estrategias a nivel nacional e internacional que definen claramente la conducta que toda la sociedad debe asumir, si en realidad queremos vivir en una comunidad más segura. Ésta sigue siendo la más crucial de las amenazas a la paz social.

La solución al problema del trasporte, la salud, la educación sumado todo a una larga lista de promesas y compromisos a lo largo de estos cuatro años hace difícil que podamos seriamente creer que se podrán cumplir. Algunas a medias, pero no veo la posibilidad sumado a la enorme deuda nacional que compromete el futuro de la Nación y la efectividad de cualquier nuevo gobierno. Eso quiere decir que en la cadena de afectaciones ya pueden imaginar quienes sufrirán las consecuencias más crudas.

Si la pregunta inicial era: ¿cuándo será la hora de alejar la politiquería del estado de la Nación? Entiéndase ‘estado’ en su definición de ‘Situación en que se encuentra alguien o algo, y en especial cada uno de sus sucesivos modos de ser o estar’. La respuesta tiene que ser ahora. No podemos esperar.

La situación en que se encuentra el Estado panameño es de cuidado y puedo sugerir que de cuidado silencioso. Si se han fijado bien, en las últimas semanas se han dado brotes de protestas espontáneas en los barrios y paradas de autobuses. A horas insospechables. Todo parece indicar que sin apoyo ni instigaciones celadas. No veo la manera en que podamos sobrevivir la presión que la actividad politiquera ejerce sobre los otros componentes que interactúan para garantizar la supervivencia y el desarrollo integral: social y ante todo cultural. Esa presión involucra la corrupción que promueve y genera. Si la pregunta es: ¿hay un candidato con la capacidad de estadista para sacarnos adelante? Seamos exigentes y elevemos la visión.

COMUNICADOR SOCIAL.

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