• 30/07/2013 02:00

¿Somos una sociedad ‘machista’?

S e nos acusa a los latinoamericanos de ser una cultura ‘machista’; sin embargo, para mí la realidad es otra, más que ‘machista’, creo q...

S e nos acusa a los latinoamericanos de ser una cultura ‘machista’; sin embargo, para mí la realidad es otra, más que ‘machista’, creo que somos una sociedad ‘matriarcal’ y cada día lo somos más. Hay varias evidencias obvias. Por ejemplo, si Ud. le pregunta a cualquier latinoamericano cuál es el personaje más influyente en su familia, casi invariablemente contestará: ‘mi abuela’ o ‘mi madre’. Otra realidad, los latinoamericanos no hemos escogido un varón como Patrono de América, escogimos Patrona, la Virgen de Guadalupe, ¡enhorabuena!, pero otra evidencia de nuestra cultura matriarcal. La madre nos brinda protección aun religiosa.

En Panamá la situación no es distinta. Es evidente la presencia y poder de la mujer en nuestra sociedad. Si se le hace al misma pregunta a un paisano sobre el personaje más influyente en su familia, recibirás las mismas respuestas. Además, hemos escogido a la Virgen Sevillana, Santa María la Antigua, como nuestra Santa Patrona y existe una fuerte devoción hacia la Madre de Dios, lo que interpreto como otra realidad del poder de la mujer en nuestra sociedad.

Hay otras realidades que respalda mi tesis de que cada día nos convertimos más en una sociedad matriarcal, aparte del número creciente de mujeres Jefes de Gobierno.

Por años he tenido la curiosidad de contar el número de mujeres versus varones en la graduaciones de escuela secundaria y universidad y es notable la preponderancia de graduadas. Además, casi invariablemente las mujeres ocupan la mayoría de los primeros puestos y honores recibidos. Hoy, domingo, un periódico de la localidad publica fotos de la graduación de una universidad privada. Se gradúan 31 varones versus 65 mujeres; no es la excepción, es la norma.

La mujer panameña hoy ocupa todos los oficios antes de exclusividad de los varones. Los bancos son buen ejemplo de la preponderancia de la mujer. Yo que me críe en un ambiente bancario dominado por varones he visto el cambio. Solo hay que visitar las sucursales de los bancos para darnos cuenta de que el número de mujeres, inclusive de gerentes de sucursales, excede el de los varones. Aunque admito, aún son pocas las que alcanzan la Alta Gerencia, pero vaticino esto sucederá inevitablemente con el tiempo. De hecho, los varones nos estamos quedando a la rezaga.

Otra condición que incide en el aumento del poder y preponderancia de la mujer en nuestra sociedad, es el número significativo y en aumento de las madres solteras o divorciadas. Me expresaba un alto prelado de la Iglesia hace unos años su preocupación por el alto porcentaje de matrimonios eclesiásticos que no duraban más de cinco años. El reconocido fenómeno de degradación de la familia nuclear aumenta la tendencia hacia una sociedad matriarcal, aparte de otras serias consideraciones sociales.

Dicho todo lo anterior, me siento orgulloso del empeño de nuestras mujeres en educarse y su valor y tesón de ocupar posiciones reservadas en el pasado a los varones y sus esfuerzos para seguir escalando en las estructuras sociales, políticas, profesionales y de negocios. Siento particular orgullo cuando paso por una obra de construcción y veo mujeres en trabajo de inspección de obras, posiblemente, ingenieras o arquitectas. De igual manera de nuestras mujeres policías y soldados. A ellas, las felicito por su valentía de enfrentar el peligro que conllevan esas profesiones, que en otros países lo han demostrado en los campos de batalla y aquí en el Darién y en el diario patrullar de nuestras poblaciones.

Recuerdo un comentario de un sociólogo en un artículo sobre el tema del aumento de la presencia de la mujer en la sociedades occidentales, que un resultado positivo probable es que por su instinto de protección maternal la mujer es menos propensa a la violencia y argüía que un mundo dominado en gran medida por las mujeres reinaría mayor paz mundial.

Con todo lo dicho admito que existen grupos de mujeres panameñas que aún se sienten discriminadas y luchan por su mayor reconocimiento, lo cual es loable. Mi única critica de los movimientos feministas extremistas y las actitudes de la mujer moderna, es adquirir el lenguaje y hábito que no son cónsonos con su condición femenina. Detesto oír a mujeres usar palabras obscenas o tomando licor en público a ‘pico e botella’. No hay nada más hermoso que una ‘mujer femenina’.

Al final no dejo de sentirme orgulloso de los logros de la mujer panameña y las oportunidades que sus empeños de superación han creado para mi hija y para mis nietas.

BANQUERO Y EXDIPLOMÁTICO.

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