Este evento que se vio fundamentalmente desde América, empezó sobre la medianoche de este viernes 14 de marzo y llegó a su máximo sobre las 3 de la mañana,...
- 21/10/2015 02:00
Soñemos que sí se puede
No es un manoseado eslogan electorero que apelaba a la emoción más que al intelecto, sino una meta que tendería a reducir la brecha entre los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen poco, o nada; y entre los pocos que mucho saben y los muchos que saben poco, o nada. Es la brecha entre ricos y pobres; y entre quienes tienen acceso a una adecuada formación académica, y quienes se mantienen ignorantes. Es una realidad mundial de grietas que se alimentan mutuamente y forman un círculo vicioso. Panamá no escapa.
Las desigualdades económicas entre naciones y entre personas han existido desde siempre. No deberían justificarse en nuestros tiempos; sin embargo se reporta que en 2016 el 1 % de la población mundial será dueña de la mitad de la riqueza existente, mientras que el restante 99 % se repartirá la otra mitad. Se informa que hace un año había en el mundo 17 000 millones de millonarios, de los cuales 7000 millones había en Estados Unidos y 4000 millones en China; y que de las 20 empresas más valiosas en el mundo, ocho son norteamericanas y seis chinas.
En contraste, las Naciones Unidas asegura que todavía existen 1200 millones de personas que viven con el equivalente de US$1.25 al día, mientras que 842 millones de personas están desnutridas, incluyendo a 99 millones de niños menores de cinco años. De ahí que los Objetivos del Desarrollo Sostenible fijados hace 25 años incluían la reducción de la pobreza y del hambre; se lograron en parte, pero aún hay metas pendientes.
La desigualdad económica existe también en los países más prósperos. La señora Clinton, precandidata a la Presidencia de su país, afirma que la prosperidad no se debe medir ‘por cuánto ganan los estadounidenses más ricos, sino por cuántos niños salen de la pobreza, cuántos pequeños negocios abren y triunfan, cuántos jóvenes van a la universidad sin hundirse en deudas, cuánta gente puede encontrar un buen trabaj o'. Y el papa Francisco, con su característica humildad, no ceja en sus constantes llamados de justicia para los marginados del mundo en situación precaria.
En la era del conocimiento la otra brecha que se está produciendo es alarmante y peligrosa por la falta de una educación formal y de acceso a fuentes adecuadas de información. Se abre y se profundiza cada día más ante sociedades progresistas que se preocupan por la formación de técnicos y profesionales capaces de innovar y desarrollar nuevas tecnologías y aprovecharlas al servicio de la humanidad. Según el Banco Mundial, Estados Unidos dedica cerca del 3 % de su producto interno bruto a la investigación y desarrollo de nuevas tecnologías. En cambio nosotros no alcanzamos el 0.02 % y al Senacyt, que es el semillero para esas actividades, se le escatiman recursos mínimos. De 228 942 patentes de invención registradas en Estados Unidos en el periodo 2009-2014, la mitad era de ese país, 189 brasileñas, 105 mexicanas 55 argentinas, 34 chilenas, 52 colombianas y 6 uruguayas. Ninguna panameña. No en balde, por vergüenza ni siquiera participamos en las pruebas PISA.
¿Podemos aspirar algún día a que se le otorgue un Premio Nobel en alguna ciencia a algún investigador panameño? ¿Cuántas patentes de invención hemos logrado registrar como producto de la inventiva panameña? ¿Por qué no? No son alucinaciones, son prueba de que estamos muy lejos de esos logros. Pero no por eso debemos dejar de soñar. Más que un reusado eslogan de campaña política, el ‘sí se puede ' debería ser una meta nacional contra las desigualdades. Sería tarea de todos: Gobierno, academia, empresa privada, ciudadanos de a pie.
EXDIPUTADA