• 20/03/2023 00:00

Un sucio negocio a perpetuidad

“Hay que enfatizarlo: existen otros medios para mejorar nuestra economía, desarrollando la agricultura, la industria y explotar con inteligencia nuestra posición geográfica”

Cuando a principios del siglo pasado Panamá experimentaba un tratado sobre el canal a perpetuidad, quizás la palabra perpetuidad no tenía el significado que posteriormente comenzó a compenetrarse en la conciencia panameña sobre la duración infinita de una lesión sobre el territorio nacional.

Los tiempos en aquellas épocas eran relativamente más largos y, como estábamos en los principios de la República, las necesidades, las demandas de progreso y hasta los avances logrados con inventos como la luz, la telegrafía y otros no fijaban una dimensión de las cosas como lo estamos percibiendo hoy día.

Sin tomar en consideración todo lo que nos costó luchar contra un tratado a perpetuidad, las administraciones públicas de los últimos años graciosamente firman acuerdos y contratos a 20 años y más prorrogables, como en el caso de los puertos, sin dimensionar que los tiempos ahora, con los avances tecnológicos y vertiginosa marcha de los acontecimientos son mucho más aciagos para alcanzar metas, las que podemos vislumbrar con tiempo, con base a nuestros conocimientos.

Para muchos panameños inteligentes el enclave de una empresa minera, que introduce contaminaciones casi perpetuas y lesivas a las áreas circundantes y a cientos de hectáreas, convertir ríos y lagos en bolsones de aguas fétidas y sin ninguna utilidad, donde no pueden vivir los peces, y contaminar el aire por todos sus alrededores, afectando la salud de niños y adultos, no puede pagarse con todo el oro del mundo.

El contrato con Minera Panamá es sin lugar a dudas, a todas luces, un negocio sucio, cuya principal víctima es el pueblo panameño, no solo los corregimientos de Donoso, Omar Torrijos y otros.

A pesar de que el presidente sostiene con propaganda abiertamente engañosa, no convence cuando dice que vamos a recibir diez veces más de lo que la mina pagaba por su millonaria explotación. Esto no es suficiente. El daño ecológico lo han dejado en segundo plano.

Para todos es conocido que lo pactado inicialmente, aún desconociendo la letra menuda del contrato, constituye prácticamente una limosna que se consume en la planilla de empleados de Gobierno en un solo mes, y que para solucionar el problema de la Caja de Seguro Social es una suma exigua.

La falta de un Gobierno con pantalones, permitió por varios años que la empresa minera explotara a su antojo la riqueza natural de nuestro país, extrayendo un mineral que la tecnología lo irá suplantando paulatinamente, da pábulo a que funcionarios sin visión de lo que significa contaminar un país como el nuestro, de muy pocas dimensiones, nos va a perjudicar más que beneficiar.

Hay que enfatizarlo: existen otros medios para mejorar nuestra economía, desarrollando la agricultura, la industria y explotar con inteligencia nuestra posición geográfica.

Periodista y relacionista público.
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