• 19/01/2019 01:01

El juego del comercio no suma cero

‘Fuera de casos de estafa, engaño y prebendas, [...], la regla general es que el intercambio favorece a todas las partes'

Un concepto tan arraigado como equivocado es el de que la riqueza de unos se debe a la pobreza de otros. En teoría de juegos se conoce las interacciones en que la ganancia de uno se produce a expensas de otros, como un juego de suma cero. Pero el libre intercambio en un sistema de propiedad privada y Estado de derecho no es un juego de suma cero.

Cuando dos personas libres, voluntariamente entran en una transacción recíproca, necesariamente debemos asumir que cada una de ellas lo hace porque considera que dicha transacción le beneficia. Si una de las dos personas considerase que la transacción terminará perjudicándola, sencillamente no entraría en la transacción. Puede ocurrir el error, decisiones equivocadas desde el punto de vista comercial cuando se las evalúa ex post facto , pero la evaluación ex ante que cada una de las partes hace, necesariamente ha de ser una según la que aquello que va a recibir vale más, en el margen, que aquello que dará a cambio. El vendedor no se enriquece a costa del comprador. El que compra también recibe un beneficio neto de la transacción.

Digamos que usted es un ingeniero que vive de su fuerza de trabajo. Pues bien, usted se ha especializado en un tipo de servicio que es altamente valorado en el mercado, y es por ello que le pagan. Con ese salario usted va al supermercado y allí adquiere lo que produjo el ganadero, el avicultor, el agricultor. También adquiere el producto de la fábrica de jabón, el vino californiano, papel higiénico, y tantas otras cosas que usted no produce. ¿Sería usted acaso más rico si en vez de comprar todas esas cosas en el supermercado, se dedicase usted mismo a cebar ganado para la carne, criar gallinas para los huevos, fabricar jabón casero y producir su propio papel higiénico? Claramente no. Lo que nos da la calidad de vida que conocemos en nuestra época es precisamente nuestra facilidad para consumir tantas cosas, a pesar de que no las producimos. Esa es la magia del comercio, a través del que todos podemos obtener los beneficios de la división del trabajo.

Nadie produce por producir. La producción no es un fin en sí mismo. Todos producimos para poder consumir, ya sea en el futuro inmediato o en el mediato. Si entendemos que la división del trabajo es fundamental para que el ser humano pueda gozar de una calidad de vida por encima de la mera subsistencia, debemos reconocer entonces que el intercambio es también algo que favorece dicho mejoramiento de la calidad de vida general de la sociedad.

Obviamente, en el caso de una transacción en que una de las partes engaña o estafa a la otra, sí hay un juego de suma cero. Precisamente por ello, dichas actividades no son premiadas ni avaladas por el sistema jurídico, sino castigadas. También hay un juego de suma cero cuando la riqueza de unos es generada, no a través del libre intercambio en el mercado, dando bienes o servicios a cambio de dinero, sino a través de prebendas en lo que se conoce como el capitalismo de compadres, que no es capitalismo de libre mercado, sino la captura del sistema legal para asegurar rentas a unos a costa del derecho de otros a elegir libremente en el mercado sus bienes y servicios. Ejemplos de prebendas son la protección a determinados sectores por medio de barreras al libre mercado o a la libre competencia (sector agro en Panamá); barreras de entrada a nuevos oferentes (hoteleros vs. AirBnb o taxistas vs. Uber/Cabify), y otros trucos de captura de la ley para creación de privilegios. Estos son ejemplos de lo que el economista francés del Siglo XIX Frederic Bastiat describió como la captura de la ley para crearse beneficios a costa de los demás.

Fuera de casos de estafa, engaño y prebendas, como las descritas en el párrafo anterior, la regla general es que el intercambio favorece a todas las partes. Corolario de esto es que cualquier interferencia de terceros para restringir la libertad de comercio de las personas, aunque sea con pretexto de proteger a una de las partes, necesariamente priva a las personas del beneficio del libre intercambio y por tanto reduce su calidad de vida. Y todo por la falacia de entender el intercambio como un juego de suma cero.

ABOGADO

‘El vendedor no se enriquece a costa del comprador. El que compra también recibe un beneficio [...]'

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