• 04/12/2017 01:00

La tiranía de los corruptos

Las arcas del Estado son para ellos y sus aliados su caja menuda, la estructura gubernamental es solo un medio para alcanzar su ignominioso fin

Las sociedades latinoamericanas han sido trastocadas en su estructura de legitimidad, pues se destapó la profunda red de corrupción que embadurna a toda nuestra clase política, unos por acción y otros por omisión. Lo que en el pasado era un secreto a voces, hoy se confirma sin lugar a dudas, nuestros políticos no llegan al Gobierno a trabajar por el bien social, sino a enriquecerse a costa de nuestros impuestos.

Las arcas del Estado son para ellos y sus aliados su caja menuda, la estructura gubernamental es solo un medio para alcanzar su ignominioso fin. Ahora sabemos que nos encontramos ante la tiranía de los corruptos que han creado un andamiaje jurídico que pretende distraernos y engañarnos.

Así los defensores de esta tiranía nos dicen que es necesario seguir trabajando con los corruptos para que puedan terminar las obras e inmediatamente afirman que las investigaciones hay que hacerla en el marco de la Constitución y la Ley; claro, para dar apariencia de que respetan la institucionalidad, pero son ellos los que la han roto Gobierno tras Gobierno.

Pero las tiranías a nivel latinoamericano tienen elementos comunes, que lo vislumbra magistralmente el Dr. Jesús de Galíndez en su trabajo de tesis doctoral denominado ‘La Era de Trujillo'. Ahí nos dice que en las tiranías hispanoparlantes ‘la estructura formal del Gobierno pretende ofrecer órganos democráticos', pero en la realidad es toda una parodia de Democracia, es toda una parodia de Estado de derecho.

En Panamá nos encontramos a una farsa de partidos políticos, pues todos sirven a la tiranía de los corruptos, por lo tanto tenemos una parodia de elecciones. La doctrina de este régimen se enmascara de las más distintas vertientes ideológicas, su discurso puede ser de izquierda, de centro o de derecha. También su rostro es cambiante, pues se nos presenta como el hijo de un gran líder, como un empresario exitoso o como un hombre profundamente religioso, pero todo es solo un disfraz, pues su verdadero rostro es el de la corrupción.

Pero a diferencia de las tiranías personales que se acaban, por lo regular, con la desaparición física del tirano, esta nueva forma no se termina con la toma de un edificio ni con la salida de los esbirros de turno sino con la acción ciudadana encaminada a minar ese andamiaje jurídico que le permite salir impune, pues intentarán distraernos, como ya lo han hecho. Nuestra mejor herramienta es el conocimiento y nuestra esperanza es la generación que crece.

Debemos formalizar la enseñanza de los deberes y derechos de los ciudadanos, no es posible que solo los abogados los conozcan, no podemos tener ciudadanos que no sepan qué exigir a las autoridades, no podemos tener autoridades que no tengan responsabilidad civil por sus acciones como funcionarios, no podemos seguir avalando la corrupción, pues esta mina toda la estructura social.

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