• 08/09/2014 02:00

Tito Durán: un hombre sencillo y ejemplar

‘... era un tremendo político; autodidacta, la vida había sido su universidad’.

Soy un creyente de que los tributos se hacen a la gente mientras viva. De allí mi práctica de estar siempre pendiente de mis familiares y amigos. No hay peor sentimiento que aquel de lamentarse de no haber hecho algo en vida de un ser amado. Ese es el caso de mi amigo santeño Justo Pastor Durán, mejor conocido como Tito Durán, el inseparable esposo de la ‘maestra Lety’, la querida Leticia Cedeño, guía de tantos estudiantes de Azuero.

Conocí a Tito Durán a finales de los años 70, luego que se dio la apertura democrática tras la firma de los Tratados del Canal, cuando intentábamos inscribir el Partido Demócrata Cristiano nuevamente. Me lo recomendaron porque era un dirigente santeño de intachable trayectoria, muy demócrata y, sobre todo muy opuesto a las arbitrariedades del régimen militar; la gente seria lo conocía por sus luchas. Leído y enterado como más de cuatro que se tiran de grandes políticos, nos ayudó a inscribir el partido por esos lares, ayudándonos también en Herrera, donde luego se nos unieron Vasco del Mar Huerta y el Doctor José Trinidad Castillero, entre otros. Su modesta casa en La Villa frente a los terrenos de la Feria de Azuero se convirtió en el cuartel del PDC por allá. Poco le importaron los riesgos que ello significó para él y su familia. Era un hombre decidido.

Esa inscripción no fue pagando absolutamente nada, como se hacía antes y se sigue haciendo hoy, sino que fuimos de visita casa por casa en toda la provincia a convencer a la gente de la necesidad de un cambio. Gracias a Tito, recorrí la campiña santeña más de una vez. Hicimos una amistad muy grande que duró hasta el último de sus días el pasado 27 de agosto, luego de intensos 76 años de vida y tras larga enfermedad.

Tito se arriesgaba cual ninguno; siempre de la mano de la maestra Lety. No temía a los militares y aborrecía a los políticos corruptos; teníamos similitud de propósitos. Su coraje lo demostró en 1980. Siendo la máxima autoridad provincial del PDC, me informó que, en La Villa de Los Santos, el gamonal del pueblo estaba comprando a los adherentes para el PALA, partido del cuñado de Noriega. Le dije: ‘Busca a los testigos y yo presento la denuncia’. La recién fundada Fiscalía Electoral me tenía de permanente visitante de las tantas anomalías que cometían los militares para ayudar al PRD, luego al PALA. Así se hizo y el fiscal electoral, Aurelio Correa (q. e. p. d.), la recibió. Fueron tan contundentes las pruebas presentadas que decidió pedir el enjuiciamiento del acusado. Por supuesto que, al llegar el expediente al Tribunal Electoral, la magistrada Yolanda Pulice lo engavetó. Sin embargo, sentamos un precedente. El gobierno empezó a disimular más. Tito no solo tuvo el coraje de ir hasta el final de la denuncia, sino que rechazó los ofrecimientos y amenazas que le hicieron para que se retractara.

Tito era un tremendo político; autodidacta, la vida había sido su universidad. Quizás el haber nacido en el mismo campo en La Mesa de Macaracas, haber estudiado secundaria en Guararé, su primer ciclo en el glorioso Instituto Nacional, graduándose en la Escuela Nacional de Agricultura en Divisa lo convirtieron en un hombre curtido en la profundidad del país. Su casa era el sitio de convergencia de muchos políticos, partiendo por el Dr. Ricardo Arias Calderón y su esposa Teresita, con quien entabló una entrañable amistad.

Se nos ha ido el gran Tito Durán. Su legado de lucha democrática perdurará en Azuero, particularmente en La Villa de Los Santos, por muchos años. Que Dios lo tenga en su Gloria.

*SECRETARIO GENERAL Y VICEPRESIDENTE DEL PDC (1978-1991).

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