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- 22/05/2012 02:00
¿Qué es ser tránsfuga?
S egún el tono con el cual se diga puede sonar fuerte e incluso ofensivo para quien vaya dirigido este epíteto, si se le puede decir así; pero, ¿qué es ser tránsfuga? La Real Academia de la Lengua (RAE) lo sitúa en tres acepciones: Persona que pasa de una ideología o colectividad a otra; Persona que con un cargo público no abandona este al separarse del partido que lo presentó como candidato; y militar que cambia de bando en tiempo de conflicto.
Cómo definir en la política criolla esas definiciones, sin herir susceptibilidades y sin dejar pasar por alto que según su significado tránsfuga puede ser aquel que incluso se cambió de religión, sexo, creencia, equipo de fútbol o incluso de trago o comida.
La primera dice que es la persona que cambia de ideología. En Panamá eso no existe, somos tan ideologistas como seguidores musicales, hoy nos gusta un género mañana otro. Las ideologías, los políticos las usan para las masas; si están en oposición, las acentúan más; cuando llegan al gobierno, se les olvidan. Es como aquel que te dice ‘compañero’, pero cuando llega el gobierno dejas de serlo por arte de magia. Así que nadie cambia por ideologías en Panamá.
Más bien, se cambian de partido. ¿Pero por qué lo hacen? Si miramos moralmente el tema quien se cambia a un partido en oposición, puede que sea menos mal visto, pues en principio no tendría nada que ganar o mantener, incluso pensaríamos en convicciones: la diferencia es cuando te cambias a un colectivo de gobierno. La gente lo ve mal y reprocha. Ojo, acuérdense de que no tenemos ideologías, pero el que se cambia sabe que tener acceso al poder es lograr beneficios personales, lo cual no puede ser criticado sin ver la necesidad del que se cambia.
Cuando vemos la siguiente definición, entramos en lo que causa las constantes recriminaciones, pues existen de por medio cargos de elección popular, los que fueron obtenidos tanto por el carisma del candidato, como por el apoyo de la estructura de un partido.
No es lo mismo que Pablo Pueblo se inscriba en determinado partido renunciando al anterior, que una figura electa deje su tolda política por otra y más cuando a la que se salta (dice un amigo que es se ‘asalta’) se encuentra en una posición de gobierno.
El transfuguismo ha existido desde hace mucho tiempo, que ahora conjuguemos más la palabra es otra cosa. ¿Pero por qué recriminar las actuaciones de los que se cambian?, si la población tuvo su momento al elegir a sus autoridades de escrutarlos y saber si efectivamente eran leales o no a sus principios, a los de su partido o electores. Recuerden que en cada elección cuando uno se equivoca es por cinco años, no podemos arrepentirnos al mes o al año de nuestra elección.
La Política se ha convertido en el arte de saber mentir, donde los intereses personales están por encima de los demás, por eso muchos que practicamos la política no somos electos y menos reelectos como autoridades; porque así como es un arte para ejercerla, hay que ser un artista y en estos casos hasta los payasos lo son.
Así veo las cosas y así las cuento.
ABOGADO