• 09/08/2025 00:00

Cuando el derecho se convierte en canción

El derecho no es solo una profesión; es una manera de pensar el mundo. Y desde ahí, distintos abogados han canalizado su vocación por la justicia en diversas direcciones. En Panamá, Rubén Blades no solo ha sido una figura en el ámbito musical a nivel mundial, sino que su formación como abogado en la Universidad de Panamá y luego su maestría en Derecho en Harvard ha dejado una huella profunda en su manera de componer, narrar y denunciar.

Muchas de las canciones de este abogado se desarrollan como si fueran expedientes sociales: comienzan con una presentación de los hechos, desarrollan un conflicto, identifican causas estructurales y, en ocasiones, sugieren consecuencias jurídicas o morales. No son simples historias, son la esencia y la teoría del caso.

“Pedro Navaja” y “Sorpresas”, por ejemplo, son una tragedia urbana donde se entrecruzan la delincuencia, la marginación y la violencia. Si se analiza desde un ángulo jurídico, se identifican elementos de legítima defensa, homicidio, robo y hasta crítica al sistema penal que nunca aparece en escena a pesar de existir una notitia criminis en ambos sucesos.

Cuando Rubén Blades canta “La vida te da sorpresas... sorpresas te da la vida”, está haciendo más que entretenimiento. Está lanzando una advertencia social, una crítica, una reflexión sobre el sistema. Como lo haría un abogado en un alegato final, pero con ritmo y son. Ese es el poder de la interdisciplinariedad: el derecho deja de ser técnico y se vuelve humano.

Blades no se limita a narrar delitos o conflictos. Muchas de sus canciones son alegatos sobre situaciones que se mantienen vigentes en el tiempo, tales como la impunidad, la desigualdad, la corrupción y el abuso de poder. Su sensibilidad como jurista se traduce en un enfoque donde las letras invitan a reflexionar sobre: los derechos del ciudadano común (Plástico, Pablo pueblo), la arbitrariedad del poder político o económico (Tiburón, Siembra) y la responsabilidad social del individuo (Decisiones, Prohibido olvidar). Detrás de estas composiciones hay un principio profundamente jurídico: la defensa de la dignidad humana y la justicia social.

Rubén canta Derecho Internacional Público, Constitucional, Laboral, Derechos Humanos, Derecho Migratorio, Derecho de Familia, Derecho Penal, y aunque no lo veamos subiendo las escaleras hacia la Corte Suprema de Justicia o buscando estacionamiento en el Sistema Penal Acusatorio, Blades actúa como un fiscal o defensor de la realidad social. Sus canciones no pretenden dictar sentencia, pero sí abrir debates y evidenciar problemas que muchas veces el derecho formal ignora o esconde.

Hoy quiero reconocer el alcance de las obras literarias del jurista sin entrar en necedades de que si reconoció al hijo, que si es PRD, que si es de izquierda, que si no saluda en el aeropuerto, que abandonó Papa Egoró, que un primo mío le pidió una foto y no quiso, en fin.

Formarse en derecho no es solo aprender leyes; es adquirir herramientas para imaginar, defender y crear formas de justicia más amplias que las que caben en un expediente judicial.

Rubén Blades lo hizo con música. Otros lo hacen desde el arte, la pedagogía, la política o el activismo. En todos los casos, lo jurídico no desaparece: se convierte en cimiento para construir justicia en donde el sistema muchas veces no llega.

*El autor es artista
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