• 12/02/2022 00:00

El Tratado de Neutralidad en tiempos de guerra

“[…] República de Panamá no es un Estado con neutralidad permanente, ¡lo es el canal! La intervención sí se permite en todo el territorio. Ya no solo en las ciudades terminales de Panamá y Colón”

¿Cómo puede entenderse la Neutralidad sin haberse presentado un conflicto de grandes magnitudes que ponga a prueba la verdadera interpretación del Tratado?

Empezaremos por su etimología; la cual proviene Neutralidad, deriva del latín “neuter” (“ni uno ni otro”), del adjetivo “neutral” y del sufijo abstracto “idad” que indica cualidad. Es decir, la cosa tiene una cualidad que le da su existencia.

Hay tres tipos de neutralidad reconocidas por el Derecho Internacional Público: la neutralidad ordinaria, la condicionada y la permanente. En la primera, los Estados neutrales no deben actuar a favor de ninguno de los bandos en guerra, en tanto que los beligerantes deben respetar la soberanía de los países neutrales. En la segunda, puede haber Estados no neutrales y no beligerantes al mismo tiempo, pero al ser aliados de algunos de los Estados beligerantes, no pueden intervenir militarmente en el conflicto. En la neutralidad permanente, que es nuestro caso específico, Panamá es aquel cuya independencia e integridad están garantizadas por otros Estados, generalmente por las grandes potencias, con la condición de que dicho Estado se obligue a no participar jamás en ningún conflicto armado u operación militar, excepto como legítima defensa individual contra un ataque. A tal Estado le está prohibido contraer cualquier obligación internacional que pudiera comprometerlo en conflictos u operaciones (por ejemplo, un tratado de alianza). Durante una guerra, un Estado permanente neutral (neutralizado) tiene el deber de acatar las clásicas normas de neutralidad. Pero no es Panamá un Estado permanente neutral, lo es solo su Canal, ese es un problema.

Luego de la caída del muro de Berlín, que significó el fin de la Guerra Fría, otros panoramas geopolíticos se empezaron a construir, no fue el “fin de la historia” vaticinada por Francis Fukuyama, por el contrario, ha sido el despertar de los imperios y sus ambiciones desde antes de la Primera Guerra Mundial, el ejemplo: Rusia y China en la actualidad, ambos con un pasado imperialista de muchos siglos, y que desean reivindicar sus interpretaciones geoestratégicas.

Cuando cae el muro de Berlín, 9 de noviembre de 1989, sucede, como por arte de magia, la invasión a Panamá, el 20 de diciembre de 1989. No fue casualidad, y ello quedó demostrado en 1993, cuando la Asamblea Legislativa elimina el ejército, y crea una policía para mantener el orden dentro de nuestras fronteras. También se conforma un cuerpo policial denominado “Policía Canalera” y, según la definición, la infraestructura misma, el reglamento, y el alcance de los servicios de policía, obviamente no es cuerpo militar, aun cuando vistan de “uniforme táctico” para la Constitución Política de Panamá solo son policías.

Ahora, según el Tratado de Neutralidad, se conformaría, a partir del año 2000, una Junta Combinada para la defensa del Canal, representada por los ejércitos de ambos países. Como no existe ejército panameño, ergo, la responsabilidad primaria recae exclusivamente sobre EUA, en este caso, el Pentágono. En el Instrumento de Ratificación, se introducen las Enmiendas, y dice: “al final del artículo IV insértese lo siguiente: “la interpretación correcta (de este artículo) es cada uno de los dos países, (nótese que no habla de la OEA o la ONU, o ningún otro país en el orbe) de conformidad con sus respectivos procedimientos constitucionales, defenderá el Canal contra cualquier amenaza al régimen de neutralidad y tendrá el derecho de actuar contra cualquier agresión o amenaza dirigida contra el Canal o el tránsito pacífico de naves…”, continua, “los Estados Unidos tienen paso expedito, para ponerse a la cabeza de la fila, para pasar de un océano a otro”. Es decir, esperaría siempre a sus rivales en las afueras del Canal. No hay neutralidad ninguna, esto es una maniobra de guerra.

Ahora, ¿a quién se le aplicaría el no paso expedito? A los enemigos de EUA. En caso de guerra, si seguimos la definición de neutralidad, Panamá debe imponer el criterio de que transiten todos los barcos, ¿pero si es un destructor, o un submarino en guerra con EUA y sus aliados?, ¿transitaría?, pero el tratado dice que EUA pasará de forma expedita; es decir, lo hundiría o lo tomaría en la entrada o salida del Canal.

Siendo así, Panamá no sería neutral en una guerra mundial o regional de gran envergadura, porque precisamente invocando la defensa de la neutralidad, algo que parece una paradoja, EUA tomaría la responsabilidad primaria de “defender el Canal”, y al hacerlo nos involucra de inmediato en la guerra que este país deba confrontar. Permítanme recordar, el incidente de la caída del Gobierno del Dr. Arnulfo Arias en 1941, precisamente cuando se negó a artillar barcos con bandera panameña, esta negativa al señor presidente Franklin Roosevelt le costó la Presidencia. Ya hay un antecedente y sin tratado de Neutralidad.

La neutralidad, mis caros paisanos, es un “quimera”, un “canto de sirenas”, como en la mitología griega; la neutralidad es una mera ilusión y, lamentablemente, tal como diría Maquiavelo, más puede la fuerza que la virtud. ¡Y reto a cualquier historiador panameño o extranjero que me demuestre que estoy equivocado!

Resumiendo, tenemos que la República de Panamá no es un Estado con neutralidad permanente, ¡lo es el canal! La intervención sí se permite en todo el territorio. Ya no solo en las ciudades terminales de Panamá y Colón. El tratado es bilateral. Dos partes, ningún otro Estado. Y el Protocolo del tratado no está firmado por China Comunista. La Federación Rusa lo firmó. Pero no hay seguridad de que lo respeten. Y, por último, Panamá no es un Estado neutralizado, por el contrario, es aliado de EUA.

Así las cosas, estamos ciertamente, tal como mencionó el general Omar Torrijos Herrera: “bajo el paraguas del Pentágono”. ¡Que Dios nos agarre confesados!

Salud.

Abogado, profesor de Filosofía.
Lo Nuevo