• 22/01/2009 01:00

Política electoral a tres bandas

Faltan un poco más de tres meses para que se celebren las elecciones generales en Panamá. Se reemplazará al presidente de la República, ...

Faltan un poco más de tres meses para que se celebren las elecciones generales en Panamá. Se reemplazará al presidente de la República, se elegirán 71 diputados, cerca de 60 alcaldes y más de 600 representantes de corregimiento (concejales). El quinquenio del presidente Martín Torrijos será recordado como uno más que se comprometió con las políticas neoliberales impuestas por las instituciones financieras internacionales, generando mayores ganancias (crecimiento económico) para los especuladores y más pobreza en los sectores laborales y capas medias.

Apenas faltando 100 días para el 3 de mayo, hay dos cosas que resultan novedosas. Por un lado, Ricardo Martinelli, candidato de un partido político pequeño, se ha colocado a la cabeza de las encuestas de opinión pública con más del 40% de las preferencias. Por el otro, Juan Jované, candidato independiente de la izquierda, a pesar de su batalla legal para que le reconozcan su derecho a postular a la Presidencia de la República, sigue marginado de la contienda.

Martinelli fue el candidato más débil en 2004, cuando sólo logró reunir el 7% de los votos. Fue derrotado por Torrijos, del Partido Revolucionario Democrático (PRD), quien obtuvo el 47% de los votos. El triunfo de Torrijos en 2004 marcó una tendencia hacia la alternabilidad en las elecciones presidenciales de Panamá. Durante 20 años, el PRD y el Partido Panameñista se habían alternado en el poder y la mayoría de los observadores políticos pensaban que se había instaurado una especie de bipartidismo en Panamá. Todo indica que la aparición de Martinelli en el escenario rompe la tendencia hacia la alternabilidad en Panamá y acaba con el bipartidismo. Durante casi 20 años — desde la invasión— los asesores norteamericanos, quienes se proyectan desde la Embajada de EEUU hacía los círculos políticos panameños, apostaban a estas dos cartas, abanicando la alternabilidad y el bipartidismo como “la” fórmula que garantizaba la democracia.

La aparición de Martinelli significa que la política electoral de Panamá se abrió a tres bandas. Los dos partidos que supuestamente deberían representar mejor los intereses del capital nacional y el de EEUU fracasaron en su misión. El Partido Panameñista se hundió a principios de la década de 1990, cuando el presidente Endara declaró que él no pretendía resolver los problemas del país. A fines de esa misma década, Pérez Balladares del PRD fue repudiado por sus ansias de poder. Los dos presidentes que siguieron, Mireya Moscoso y Martín Torrijos, fracasaron incluso dentro de los marcos de la gobernabilidad neoliberal.

Las encuestas indican que no ha habido mayores cambios en la distribución de las preferencias del electorado. El PRD — una alianza de fuerzas políticas encabezada por el capital financiero — conserva su base electoral de un tercio (33%). La oposición más conservadora — capitales agrario, industrial y comercial — acapara el 50% del electorado. En las últimas tres elecciones el sector más conservador se dividió y en dos ocasiones le permitió ganar al PRD. En 2009 las fuerzas conservadoras siguen con el 50% de su base electoral. Sin embargo, no se ha dividido en dos partes iguales para permitirle al PRD aprovechar la diferencia. El Partido Panameñista, y su candidato (las encuestas le dan el 15% de las preferencias), se hundieron dejándole el camino abierto a Martinelli.

-El autor es profesor de la UP e investigador asociado del CELA.gandasegui@hotmail.com

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