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- 01/07/2025 00:00
Tres lecciones aprendidas para emanciparnos del sistema colonial

Las actuaciones de Estados cuyas élites de poder hacen parte del sistema mundial colonial, dan cuenta de que estamos frente a un sistema de explotación y opresión de cobertura internacional. A la postre, se caracterizan por una fuerte carga de racismo —como el desatado contra nuestras poblaciones originarias desde los órganos estatales— y de clasismo, contra todo los que osen objetar las políticas que priorizan el enriquecimiento económico de unos pocos, por encima del desarrollo humano y ambiental.
Las prácticas llevadas a cabo por los órganos de represión al servicio de las élites económicas, acompañada por la difusión de desinformación permanente (Ver artículo “Falsos positivos”, publicado por este medio el 24/06/2025) se convierten en medios para lograr los propósitos de la colonialidad. Todo esto, en aras de mantener bien aceitada la maquinaria de espoliación de recursos y la explotación de la fuerza de trabajo criolla pertenecientes al “sur global” (territorios y poblaciones colonizados en algún momento de la era llamada moderna).
Los eventos suscitados en territorios que son parte del sistema de dominación internacional colonial, no obstante, siempre conllevan lecciones que pueden ser útiles para superar la negación a la vida natural y social que esta colonialidad representa.
En efecto, basta observar la guerra iraní-israelí (y Estados Unidos) y podríamos extraer un sinnúmero de elementos para el aprendizaje histórico en nuestra lucha emancipatoria frente al mismo sistema, versión trumpulino.
Por ejemplo, en Oriente Medio, el prestigioso presentador israelí Raviv Drucker, de CH13, ha explicado “cómo la censura gubernamental afecta la capacidad de la población para comprender lo que está sucediendo” (https://twitter.com/SuppressedNws/status/1938336639748624420).
En esta línea, “se ha creado una situación en la que la gente no se da cuenta de la precisión de los ataques iraníes ni de la magnitud de los daños que han causado en muchos lugares” (ibidem). Agregó que: “Pero los medios de comunicación, fuertemente censurados, controlados por el Estado y obedientes a intereses creados, no cambiarán su forma de difundir la información. Después de todo, su objetivo no es informar, sino moldear la opinión pública” (ibidem). En otras palabras, manipular a la población y ejercer control social sobre ella. Primera enseñanza extraíble, la que hace referencia al uso de la distorsión de la verdad para justificar comportamientos de dominación de parte del colono y sus representantes en cada país. En el caso de Israel, esta censura es llevada al extremo y los órganos de administración de (in)justicia se alinean con esta política, para actuar punitivamente con base en falsos positivos (Op.cit, 24/06/2025). El ejercicio de terror judicial y de medios de comunicación y telecomunicaciones, para cerrar el acceso del resto de las poblaciones a contar con información veraz del salvajismo de Bocas del Toro, no le envidia nada a las prácticas de los israelíes. Aquí el reto para el movimiento con intereses populares es poder saltar la cerca de la manipulación de la desinformación.
En lo que coinciden los observadores independientes de la citada confrontación israelí-iraní, es que en tan solo diez días el ejército iraní destruyó meticulosamente muchas de las instalaciones militares, de inteligencia, industriales, energéticas y de investigación y desarrollo más prestigiosas de Israel en todo el país.
Si la guerra, destaca la fuente citada antes, hubiera durado una o dos semanas más, Israel habría quedado reducida a un páramo humeante, inhabitable. Y el alto al fuego fomentado por Estados Unidos no se trató de un alto al fuego normal. Fue una capitulación desesperada de un adversario superado (Israel) que rápidamente se dio cuenta de que estaba “fuera de su alcance”. Así lo resumió Trump en su participación en la última reunión de la OTAN a la que asistió este jefe de la metrópoli colonial internacional (https://twitter.com/i/status/1937812706599252198).
He aquí una segunda lección, la de saberse retirar del escenario de lucha antes de ser totalmente aniquilado. Ese es el gran favor que le ha hecho la jefatura colonial (Trump) a su “colaborador” (al Israel sionista) en una región petrolera de sumo interés para Estados Unidos. Mirando a América Latina y el Caribe, esta conducta apropiada en toda confrontación parece serle difícil de aplicar a muchos de los líderes de los movimientos gremiales y sindicales, incluido a algunos de nuestro país.
Sin embargo, y aquí viene otra de las enseñanzas históricas en la lucha por nuestra emancipación del sistema colonial contemporáneo. Fijémonos que el cese de la guerra no es permanente ni mucho menos: El alto al fuego no se mantendrá, ya que tanto las élites que controlan a Israel como a Estados Unidos lo ven simplemente como una forma de ganar tiempo para reagruparse y prepararse para la siguiente oleada de hostilidades (Ver Mike Whitney https://www.unz.com/mwhitney/heres-proof-that-israel-lost-the-war/).
Ahora, mirando desde el sur global, una tercera lección es que los líderes que representan los intereses populares al saberse retirar oportunamente de una confrontación asimétrica en su contra, tienen que hacerlo para reagrupar fuerzas y adecuar nuevas estrategias de lucha para una mejor defensa de sus derechos y esfuerzo emancipatorio. No para resignarse y quedarse con los brazos cruzados esperando mesías políticos... como ha ocurrido desde la invasión de 1989.