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- 02/09/2022 00:00
La UP sigue en modo virtual
Para muchos tomó por sorpresa la decisión antidemocrática de las autoridades de la Universidad de Panamá de seguir en “modo virtual” en cuanto a las clases que se deben impartir a los estudiantes de primer ingreso, que a mi juicio son los más necesitados de una atención presencial.
Mientras en las universidades particulares y las escuelas públicas y privadas se tomó la decisión de retornar a las clases presenciales, luego de varios años de virtualidad, en la Universidad de Panamá todavía se sigue viviendo en la etapa cruda de la pandemia.
Se han utilizado como excusa para el no retorno a la presencialidad el hecho de la falta de espacio para atender a los estudiantes de primer ingreso, sin embargo, la pregunta del millón de dólares es ¿Y cómo hacían entonces antes de la pandemia para atender a números significativamente altos de estudiantes de primer ingreso? ¿Es que acaso los estudiantes que asisten por primera vez a la Universidad de Panamá no tienen el mismo derecho de recibir clases presenciales?
El uso de video clases o videoconferencias como comúnmente se le llama a este tipo de recurso académico, demostró que no todos los estudiantes están en igualdad de condiciones para tener una buena señal o comprar “data” todo el tiempo, puesto que en su gran mayoría la población universitaria no cuenta con los recursos económicos para mantener esta modalidad.
En segundo lugar, un grupo significativo de docentes que si cuentan con la capacidad económica para comprar señal en video clases, al parecer se acostumbró a esta dinámica por los beneficios que la misma al parecer le aportaban y por las libras que aumentaron en dicha “zona de confort”.
Recordemos que un número importante de docentes catedráticos en la universidad de Panamá pasan de los setenta años y les resulta “muy conveniente” quedarse en casa atendiendo grupos en modo virtual sin tener que hacer el “esfuerzo” de movilizarse hacia la universidad. De esa manera ahorran en gasolina y energía para seguir aumentando su sedentarismo y todo lo que ello conlleva.
Esta forma de conducta tanto de administrativos como de docentes de buscar la salida más cómoda y no tener que hacerle frente a la “avalancha” que significaba el primer ingreso, denota a todas luces el espíritu de “poco me importa” con la calidad educativa en nuestro país. Pero también saca a flote la falta de autoridad de los “jefes de la Colina” para tomar una decisión que realmente beneficie a los estudiantes que en su mayoría quieren retornar a las clases presenciales y recobrar poco a poco la vida académica a las que estuvieron acostumbrados antes de la pandemia.
Luego vemos como se contradice el discurso del Rector de la Universidad de Panamá cuando habla de autogestión y autonomía cuando en este recinto académico todavía sigue viviendo la “virtualidad” para beneficiar a docentes “juega vivos” y que no quieren dar la “milla extra” pero si cobrar sus jugosos salarios que de ninguna manera se pueden justificar en la continuidad de las clases virtuales donde los famosos “trabajitos” y módulos instantáneos les han resultado demasiado convenientes.
Después, en la Universidad de Panamá no se explican la razón por la cual en las universidades particulares se forman cada vez más profesionales competitivos que incluso desplazan del mercado laboral a los egresados de Universidades del Estado.
Si los procesos de vacunación han avanzado y las medidas de seguridad se siguen implementando en muchas instituciones, no se entiende como en la universidad de Panamá todavía no funcionen a plenitud muchos servicios como el de cafeterías, por ejemplo que solo se palpa en ciertas facultades.
Si las autoridades de salud dieron el visto bueno para el retorno a la “normalidad” y a las clases presenciales, la Universidad de Panamá no puede ser la excepción solo porque un círculo de “vacas sagradas” sigan empeñados en seguir dando video clase en el amparo de la comodidad de sus casas y teniendo todos los beneficios a favor suyo menos para sus estudiantes.