• 02/08/2016 02:03

Aprendiendo de EE.UU.

Ambos candidatos usaron a su familia íntima, esposa(o), hijos, vecinos de infancia

Terminadas las dos convenciones de EE.UU., el Partido Republicano y el Demócrata, gracias a la televisión, pudimos seguir todos los discursos. Parto por asumir que ambos partidos designaron a los mejores oradores de cada uno, así que para el observador las convenciones fueron unas magníficas muestras de oratoria. Lo importante es que todos los discursos tenían contenido, poca demagogia y mucha estrategia política.

Ambos candidatos usaron a su familia íntima, esposa(o), hijos, vecinos de infancia. Sobresalieron Michelle Obama, el propio Obama, su hija Chelsea. Por Trump la revelación fueron sus dos hijos, Donald Jr. y David. La verdad fue toda una experiencia escuchar los discursos y comprender sus estrategias, Trump atacando con sus oradores directamente a Hilary, Hilary lo propio contra Trump.

Pero como en todo, algo se nos queda por encima de todo lo escuchado y a mí fue una frase del vicepresidente Biden, en apoyo a Hilary. ‘Cuando a la clase media le va bien, a la clase alta le va mejor y los pobres tienen esperanza '. Esto en contraste con la teoría del presidente Reagan que en su momento hablaba de la ‘trickle-down theory ', en la que sostenía que había que apoyar a los ricos a hacer más negocios y eso permeaba hacia las capas de abajo. En su modelo económico había que bajar el impuesto a los ricos, estos invertirían más y eso le llagaba a la clase media y baja.

Trump en sus discursos ha insinuado creer en la teoría de Reagan y pretende bajar los impuestos a los que más pagan, a diferencia de Hillary que habla de aumentarle a los ricos y bajarlo a las clases medias, con más subsidios a los pobres. Al final, el problemas de todas las naciones es la mala distribución de la riqueza, con el agravante de que en muchos países se ha recurrido al subsidio directo a los más necesitados.

Y me impresionó ese debate porque algo de eso nos está pasando en Panamá. El Gobierno actual está encandilado por los millones en inversión que está gastando, con obras impresionantes cuando las acaben. La Línea 2 del Metro, el cuarto puente sobre el Canal, los ensanches de Panamá a Arraiján y de Arraiján a La Chorrera. La renovación de Colón, etc. Pero, aunque todas generan empleo, las grandes beneficiadas son empresas extranjeras. Solo el programa de Techos de Esperanzas y las obras que se dan en el Idaan le llegan a constructoras nacionales.

La clase media del país está ajena a ese crecimiento económico del 5 % y sigue intentando sobrevivir en medio de la crisis que está pasando, aun cuando el Gobierno parece ajeno a la crisis, como tampoco están afectados los de las clases altas. Para la clase media, los ingresos, si no han disminuido se han mantenido estáticos, pero los egresos aumentan por la canasta básica, costo de transporte, aumento de muchos alquileres, aumentos en costos de vivienda y hasta de intereses hipotecarios.

En el modelo de Reagan y que ahora promete Trump, esto simplemente no servirá. Las utilidades de los grandes contratos irán a cuentas extranjeras y solo algunos subcontratistas, si los usan, podrían ver una ventaja. Para mí el Gobierno debe ir pensando en una estrategia para que la clase media empiece a recibir beneficios de las inversiones públicas, 8000 millones en el presupuesto del próximo año.

Yo recuerdo cuando Fito Duque manejó el MIVI y tenían destinados millones para construir 5000 casas, se instauró la política de solo darle 50 a 100 casas por contratista, para que más se beneficiaran. Hoy vemos cómo en los últimos años Odebrecht, brasileña, ha recibido en contratos más de 6000 millones de dólares. ¿Por qué no haberlo fraccionado entre varias empresas?

El resultado de la política actual de contratos públicos es lo que ha llevado a que, si le preguntas a alguien de la clase media ‘¿cómo vamos? ', te dirá que ‘muy apretado, mal '.

Igual te dice el de las clases necesitadas, solo los ricos dicen lo bien que les va y lo bien que va el país. El peligro inminente está en que, a falta de bienestar, las presiones comenzarán por mejores salarios, de obreros y ejecutivos, profesionales y técnicos. Eso, sin aumento de productividad ni crecimiento de las empresas, nos llevará irremediablemente al suicidio económico. Seremos un país con crecimiento envidiable de 5 % y rating A-, pero con una clase media sacrificada y próxima a desaparecer.

ANALISTA POLÍTICO.

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