• 14/12/2020 00:00

Una valoración emotiva y otra en frío

Resumo nuevamente, para ver si nos ponemos en la misma página: 1- estamos en pandemia; 2- hemos superado los 3300 muertos por la COVID-19, hay muchos confirmados y en cuido o cuarentena, contagiados que no saben que lo están y los que los cuidan y sufren; 3- miles de personas han perdido sus fuentes de ingreso y no saben cómo serán los próximos meses (comida, techo, colegio, etc.

Resumo nuevamente, para ver si nos ponemos en la misma página: 1- estamos en pandemia; 2- hemos superado los 3300 muertos por la COVID-19, hay muchos confirmados y en cuido o cuarentena, contagiados que no saben que lo están y los que los cuidan y sufren; 3- miles de personas han perdido sus fuentes de ingreso y no saben cómo serán los próximos meses (comida, techo, colegio, etc.); 4- esperamos la vacuna para comenzar a revertir esta pandemia; 5- parte de la población está presta y preparada para ponerse la vacuna, pero asustada a decir no más; 6- otros dudan y fundamentan esas incertidumbres en teorías conspirativas de toda índole.

Entonces, el presidente de la República da un discurso el miércoles y, asumo, preocupó a su equipo de comunicación, que trató afanosamente de corregir lo que dijo en este mismo escenario en donde las dudas se multiplican por milésimas de segundo, y se puede interpretar, como muchos sugieren, que lo de la COVID-19 no es cierto, o que están escondiendo algo.

Hay varias lecciones de ese evento: 1- por la duda histórica, tratemos de extenderle una cortesía emotiva al presidente, quien desvió su discurso, aunque esos “horrores” salen caros; 2- hay que controlar al mensajero, aunque sea el jefe.

Había planteado anteriormente que debemos entender que es muy difícil corregir los primeros relatos de un acontecimiento o los pronunciamientos “oficiales” una vez sean trasmitidas al público interesado. Corregir una narrativa en la psique del individuo, una vez sea recibida y programada, es una de las más difíciles tareas que el ser humano pueda intentar y lograr exitosamente. Cristóbal Colón “descubrió” el nuevo mundo. Vasco Núñez de Balboa “descubrió” el Mar del Sur. Pasarán muchas décadas más antes de que el colectivo mundial corrija la forma en que estos y otros tantos eventos históricos han sido enseñados.

La programación convincente en la psique del humano común va ligada a que cree firmemente en lo que digan: 1- los medios, “lo leí en el periódico”; 2- las autoridades, “el ministro tal o el presidente dijo…”; y 3- el cura o el doctor del pueblo. Son poco cuestionadas estas fuentes.

El común de las personas ve el “Gobierno” como un todo, es decir: Asamblea Nacional y Ejecutivo controlados por el mismo partido. Y los mensajes de los últimos meses son para reflexionar, dejan mucho que decir en el marco de la pandemia. Ese tema ya lo han discutido en espacios como este muchos de mis colegas. Y justo aquí, en el hilo conductor de esta historia que alguien volverá a visitar dentro de algunas décadas para entender este tiempo que vivimos, el contralor de la República se baja de un automóvil y lo reciben sus subalternos con globos y aplausos. (En este punto, volvamos a leer el primer párrafo de este escrito). El recibimiento del contralor nos deja bien claro que hay varias realidades en el mismo país, bajo el mismo cielo.

La grandeza de un ser humano, de mediana influencia en un grupo de otros individuos, la historia la determinará desde la perspectiva de la labor que pudo hacer para impulsar a esos otros a realizar grandes cosas para ese más amplio conjunto humano que los rodea. Escribí “grandeza” y eso es importante, porque, aunque se creen “líderes” o “grandes”, deben entender que la historia también coloca en su justa medida a los que, por mezquindad personal o de grupo, intentan a toda costa hacerse del poder mediante hechos que violan la naturaleza humana de proteger a la especie. Esos son otra cosa. Aunque, a lo largo de la historia, los pueblos han tenido que vivir con “miserables” como estos que se han hecho del poder para alimentar su desfigurado ego personal, tarde o temprano no escapan del juicio y la valoración histórica en frío y sin emociones.

Desde mi perspectiva, una sociedad que habla de que estamos camino al primer mundo, se vanagloria de sus rascacielos y paisajes citadinos, también deberíamos estar en la etapa en donde retratamos y dejamos documentadas inmediatamente las caras de estos farsantes. ¿Cada uno se dibuja solo? y con el evento de la Contraloría, el dibujo ha sido bien logrado. Una cara sonriente sobre los cadáveres de muchos nacionales que han perdido la vida ante su desprecio y frivolidades.

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