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- 29/11/2017 01:01
Lección de vida
La soledad y el encierro son ingredientes para la reflexión y también un espacio para formular respuestas a problemas cruciales que enfrentan al individuo consigo mismo y con los demás. La literatura está llena de modelos semejantes y la realidad histórica nos recuerda casos en que una nueva identidad surge luego de traspasar los barrotes y enfrentarse con el ambiente complejo, inmerso en los conflictos en que se desenvuelve la sociedad.
José Mujica, es uno de esos ejemplares que como aquel célebre prisionero del islote de If o Mandela, debió dejar un importante periodo de su existencia en calabozos y que le sirvió para reformular su propia dimensión personal. Llegó a la presidencia de Uruguay; logró dar un sello especial a su gestión y consolidar una administración bajo principios que en su juventud era tan solo una quimera propuesta por la vanguardia guerrillera en los Tupamaros.
En la perspectiva de varios acontecimientos locales, Mujica visitó el país e hizo algunas apariciones públicas para exponer sus experiencias y compartir aspectos de su base filosófica, edificada sobre el pedestal de sus vivencias y principios que se ha propuesto. El Fórum de Periodistas por la Libertad de Expresión tuvo la oportunidad de presentar al ex mandatario y organizó una conferencia en un hotel de la localidad.
Cuando los presentadores hablaron de la pobreza del expresidente uruguayo, él interrumpió casi para referirse a la libertad, desde el punto de vista individual, de ser capaz de construir un entorno menos complicado, más simple; ‘es sencillamente el tiempo para poder dedicar a las cosas que me motivan, que me hacen feliz… pueden no ser unas de rédito económico, pero que me gustan, que puedo dedicar tiempo milagroso de nuestra existencia…'
‘Si tengo una vida muy complicada, dijo, qué sentido tiene; porque yo creo que la vida es un milagro maravilloso que cada quien puede tener'. Y por eso consideró que quiere conservar el mayor periodo para dedicarlo a los momentos que lo motivan. Por el contrario, hacerlo de manera aparatosa implica que no gasta ese lapso. Si se ponen tantas cosas y kilos en la mochila; ‘después resulta que no se puede caminar; está frito'.
Aclaró que no es que luche a favor de la pobreza; lo hace ‘a favor de la sobriedad'. Aludió al pensamiento de la vieja filosofía griega de ‘nada en demasía'. Se refirió a coexistir en la actual etapa consumista y neuronal. Las enfermedades que se van a hacer más frecuentes en este tiempo, son las de las neuronas, apuntó. ‘Quedó atrás la era bacteriológica, la de los virus…'
Cada vez más vivimos esa ansiedad subliminal hija de la cultura que nos enseñan los medios que cultivan el ‘marketing' y que terminan manejando el conjunto de decisiones no racionales que operan en nuestro interior. ‘Somos un poco ‘titireteados' por cosas que no conocemos' Dijo que estamos regidos por un dios que no es mitológico, que es el mercado. Sustentó que él infunde una cultura que busca que compremos cosas permanentemente.
Hizo la relación de que hay que trabajar para ganar los medios que se necesitan para satisfacer este tipo de requerimientos que impone la cotidianidad. ‘Se transforman frivolidades en imperiosas necesidades y que después gobiernan nuestra conducta global', adujo. Es el tiempo que nos toca y no se puede cambiar estos parámetros en la actualidad.
En su mensaje, una lección de vida, se dirigió a (los) jóvenes para estimularlos a dedicar más a la sobriedad que a la abundancia; esto según el político, conduce a trivialidades y a la idiotez. De esta manera enhebró elementos de una filosofía de la que tenemos que tomar valiosas enseñanzas y ponerlas en práctica para mejorar las relaciones de diversos componentes sociales y el Estado.
PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.
‘[...] Mujica visitó el país e hizo algunas apariciones públicas para exponer sus experiencias y compartir aspectos de su base filosófica [...]'