• 01/06/2023 00:00

Volver a Jaqué… paraíso perdido y olvidado

“El letrero “Bienvenidos a Jaqué”, con sus colores chillones, envía un reclamo de preocupación, añoranzas lejanas de tiempos idos, [...]”

Son las 5:00 p. m. Los rayos solares, cual filosas agujas, comienzan a declinar sus ocres coloridos, en el Guayabo. Las brumas en el horizonte dibujan siluetas caprichosas, en un cielo rojizo. La playa está desierta, las olas van muriendo a la orilla, garabateando líneas zigzagueantes, una que otra ave palmípeda, con su plumaje gris oscuro, recorre la amplia pista de la bóveda azul, contrastando con el horizonte, que va desapareciendo en lontananza. Los cangrejos caminan curiosamente, diseñando figuras erráticas de manera geométrica, sobre una superficie grisácea. Lentamente el crepúsculo hace su irrupción, en un manto negro teñido de estrellas.

Regresamos al corregimiento de Jaqué, en el pacífico oriental panameño, el paraíso perdido y olvidado, una región bella y hermosa, distrito de Chepigana, en la provincia de Darién. La ensenada, está adornada por enormes palmeras, árboles inmensos. Vegetación paradisiaca, verde impactante, espectáculo imponente de le Madre Natura, cual Edén impresionante. Pero este apartado lugar de la geografía patria, solo existe en la cartografía nacional.

Por allá está la Boca, peligrosa corriente de entrada y es la salida del río hacia el mar Pacífico, en donde impera la furia del mar con fuertes oleajes, cobrando numerosas vidas, exponiendo la habilidad y pericia de algunos lugareños —no todos pueden cruzarla— para llegar al puerto de desembarco o para salir.

Hacemos remembranzas, desde “la Cabaña del Piextan”, recordando siempre al Brujo y Quijote, cual fuerte roble, Prof. Heriberto Torres Acosta, apodado así por su otrora amigo de andanzas y luchas sociales, que ya partió, el inolvidable, Prof. Ricardo Arturo Ríos, cuando visitó Jaqué, tratando ambos de conquistar el universo y aspirar mejores días para la población del sitio y el país.

Recorrimos el pueblo, con sus angostas callejuelas en algunos casos y otras avenidas más amplias. Residencias abandonadas o desvencijadas, lotes baldíos, otras casas con presencia estables, uno que otro centro comercial, pequeños abarrotes, centros de diversión que nunca faltan en los pueblos, ciertas oficinas públicas. Una vida sencilla, aparición un poco más marcada de los migrantes, siempre han estado viajando de los pueblos cercanos, niños y niñas, rostros risueños, emberá-wounaan, afrodescendientes, latinos y parejas en bicicletas, cruzan las callejuelas laterales y principales, personas ancianas, todo esto en medio de soles sofocantes para esta época del año, lluvias esporádicas, existencias al margen del tiempo, con el vaivén del aroma a salitre y mar, la estructura de Seguridad Publica, abarca un área amplia. Se puede pescar “un muslo de mujer” (pez local popular por la esbeltez de una parte dorsal del cuerpo, semejante a la parte humana de la cadera a la rodilla del cuerpo femenino), con el plátano verde, así como la venta ambulante de variados productos. En la noche, contornos humanos y animales nocturnos, cual sombras sigilosas, deambulan por todos lados. Cómala de Rulfo y Macondo de García Márquez, pueden establecer un parangón con el realismo mágico, que se respira en la comunidad.

La pujanza de antaño y una economía floreciente, con el intercambio y venta de productos de Juradó, sembradío de arroz de los Mon, molino, llegada de barcos, pesca, turismo actividades por doquier, vuelos comerciales a Piña y tantos otros movimientos de negocios, que se dieron en el lugar, dejan huellas de una época de bonanza y bienestar.

Se estaba celebrando un Consejo Provincial con la presencia de altas autoridades del Gobierno nacional y locales, presentando la problemática de la zona, con la finalidad de buscar soluciones a los temas planteados. Son situaciones de vieja data que se han ido acumulando.

El letrero “Bienvenidos a Jaqué”, con sus colores chillones, envía un reclamo de preocupación, añoranzas lejanas de tiempos idos, requerimientos urgentes de solución, sueños y anhelos frustrados, necesidad perentoria de reestablecer los vuelos aéreos, evacuación de heridos, mayor apoyo al centro de salud.

Así languidece Jaqué, hermoso paraíso perdido, en medio de la somnolencia, de un pueblo que se niega a desaparecer y ser olvidado.

Ingeniero agrónomo.
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