• 10/10/2025 00:00

Ecos de un abandono histórico

Tenía nueve años cuando escuché al recién instalado presidente Guillermo Endara Galimany pronunciar —desde el balcón de la emblemática Casa Wilcox— “Colón, mi querido Colón, te han abandonado”. A pesar de mi corta edad, ya tenía noción de lo que ocurría en el país y, particularmente, en mi provincia. Han pasado más de treinta y cinco años desde entonces, siete gobiernos, y lamentablemente esa sentencia sigue vigente. Hoy, la histórica Casa Wilcox permanece en abandono, al igual que la provincia de Colón, que sigue esperando que las palabras esperanzadoras pronunciadas desde aquel balcón se transformen en hechos.

Lo que para muchos es una provincia con un papel protagónico en la historia y en el acontecer nacional, para miles de colonenses se ha convertido en un territorio de oportunidades esquivas y promesas incumplidas.

Debe destacarse y ponderarse en su justa medida el papel de Colón —por ejemplo— en la consolidación de nuestra República soberana e independiente; en la lucha inquilinaria de 1925; en los acontecimientos del 9 de enero de 1964; en la insurrección de 1966, tras la muerte del dirigente estudiantil Juan Navas; en la resistencia contra la venta de terrenos de la Zona Libre en el 2012; y más recientemente, en el 2023 en la oposición a la aprobación —a tambor batiente— del contrato minero. Gesta tras gesta, Colón ha estado presente, a pulso y sangre, en la construcción de un país de oportunidades para todos, sacrificio que, lamentablemente, no ha sido correspondido.

Desde antaño, Colón tuvo un papel protagónico en la economía nacional. Desde las ferias de Portobelo en la época colonial —utilizadas para el trasiego de mercancías— hasta el presente, en que la provincia aporta aproximadamente el 17% del Producto Interno Bruto de Panamá. Ese peso macroeconómico se explica por su función logística, infraestructuras portuarias, transporte marítimo y la actividad comercial de la Zona Libre de Colón. Sin embargo, esa enorme contribución al país no se traduce en calidad de vida para los colonenses. La desidia de los gobiernos se refleja en los índices persistentes de pobreza, desempleo y precariedad de servicios básicos en muchas comunidades.

En las últimas décadas, Colón ha sido objeto de múltiples anuncios oficiales, planes de renovación urbana, proyectos de desarrollo integral y programas sociales que prometían transformar integralmente la provincia. Las dos iniciativas más recientes —la llamada renovación de Colón impulsada durante el gobierno de Juan Carlos Varela, y el Plan de Desarrollo Integral, La ruta estratégica hacia una vida digna, aprobado bajo la administración de Laurentino Cortizo— terminaron siendo, para muchos, solo anuncios que no se materializaron. En algunos sectores incluso produjeron efectos adversos como desalojos de viviendas y comercios, expectativas frustradas y mayor desconfianza de los colonenses en los gobiernos.

El Centro Regional Universitario de Colón — por ejemplo— otro emblema de resiliencia y reflejo de la desinversión. Es el único centro universitario nacional que permanece en modalidad virtual permanente porque sus infraestructuras están deterioradas y no se vislumbra un plan serio de rehabilitación y equipamiento.

La falta de resultados contundentes en materia de seguridad ha dejado a comunidades enteras en estado de vulnerabilidad. Las respuestas oficiales se han reducido a operativos puntuales y retenes policiales, cuya efectividad aun no se perciben.

A pesar del abandono histórico e institucional, Colón ha sido cantera de talentos. Deportistas de élite en el fútbol, béisbol, baloncesto y atletismo son oriundos de nuestra provincia; la provincia ha dado también pensadores, líderes y profesionales que han enriquecido al país. Para muestra, el equipo mayor de béisbol de Colón ha sido campeón nacional sin estadio, algo inconcebible. Ello tras la demolición del histórico Estadio Roberto Mariano Bula, bajo la promesa incumplida de construir nuevas instalaciones, en medio de millonarios contratos y adendas que jugaron con la esperanza de todo un pueblo.

Colón no puede seguir siendo la periferia olvidada que sostiene la economía nacional desde la sombra. Reconocer su aporte económico sin traducirlo en bienestar es una deuda histórica. Para que el eco del “te han abandonado” deje de retumbar en la memoria colectiva, se necesita voluntad política, inversión estratégica y participación activa de la comunidad. Solo así la provincia podrá recuperar no solo su infraestructura, sino también la dignidad y las oportunidades de su gente.

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