El Metro de Panamá detalló que la construcción de la Línea 3 cuenta con un avance del 75%. Aunque aún no se conoce una fecha para la terminación de la...
Cada día son más y crecientes las críticas al Órgano Legislativo. Los críticos contra muchos de sus miembros, sin embargo, se quedan solo en eso, crítica, pero no entran a analizar la raíz del problema. En sus "catilinarias", quieren que el Legislativo se reforme como por arte de birlibirloque o que ese órgano se llene de hombres y mujeres sin tachas. La realidad es que el Ejecutivo es quien controla el Legislativo y lo corrompe. Que el círculo vicioso pone a los moralistas en una disyuntiva perversa: o te sumas al montón o quedarás desterrado y herido para tu reelección. El Legislativo es como es por el sistema de elección, donde el que más da es el que tiene más posibilidades de salir electo. Ya en la Asamblea, el Ejecutivo sabe que compra ese voto con solo ayudarlo en el circuito. En pocas palabras, el que tiene más posibilidades de salir electo es quien tiene menos escrúpulos y es más proclive al "juega vivo". Los honestos, probos y decentes, si salen es por mera casualidad. El problema no es el elector ni el candidato. El problema es que el sistema de circuitos pone a escoger entre quien me resuelve de inmediato y el que promete legislar para el país. Como están las cosas, es lógico adivinar por quién se decanta el electorado. Panamá tiene que acabar con el sistema de elección de los diputados. Hay que cambiar el sistema de elección circuital y reemplazarlo por elección provincial. Seguir con este sistema es perpetuarse en el error y eso es seguir camino al abismo. El problema no está en la Asamblea; está en la forma de elección de esa Asamblea. ¡Así de simple!