Más de 500 alumnos de la Escuela Rogelio Sinán iniciaron, este miércoles 25 de septiembre, con la primera fase del almuerzo escolar que se entrega a través...
Desde hace siglos la comunidad cristiana celebra el 25 de diciembre como el natalicio de Jesús. Más de dos mil millones de personas en el mundo la acogen como propia, aunque miles de no cristianos también la celebran. El problema es que el exagerado consumismo está convirtiendo esta festividad, que ha servido por muchísimos años para compartir entre los seres humanos, en un mero acto pagano. Vemos reflejada la angustia en los rostros de los clientes por encontrar el regalo más valioso para entregarlo a un familiar o a un amigo. Vale decir, Navidad en la época actual significa el obsequio de un bien material. Ésta se ha enraizado en nuestra cultura, al punto de que entre más costoso es el regalo más grande es la amistad. Muchas veces ni siquiera vemos la cara de la poseedora del bien que entregamos. ¿Es esto un acto religioso? Claro que no. Los regalos materiales son efímeros y muchos se descomponen a los pocos meses; no obstante, una visita, un apretón de manos o un abrazo son actos espirituales que guardamos para siempre. Tendrá también el mismo significado que una llamada telefónica, pero lamentablemente la tecnología nos ha llevado a eliminar la palabra oral por la escrita en una de las redes sociales, lo que nos está deshumanizando. Debemos reflexionar durante estos días sobre el verdadero sentido de la amistad. Está bien que se acuda a los templos cristianos a los rituales religiosos, pero si a eso se añade el contacto físico o verbal con la familia y amigos, iremos recuperando el verdadero sentido de la Navidad. En vez de un regalo, demos un abrazo o hagamos una llamada. Así complaceremos mejor a Jesús, quien compartía con los necesitados todos sus pocos bienes materiales. ¡Feliz Navidad!