Hoy 5 junio, Día Mundial del Medio Ambiente, el planeta nos recuerda que ya no basta con conmemorar: hay que actuar. Y en Panamá, esa llamada resuena con fuerza entre los manglares, los bosques tropicales y los mares que abrazan nuestras costas. La deforestación ilegal sigue abriéndose paso en Darién y en la cuenca del Canal, como una sombra que avanza sin freno. La basura plástica, especialmente en áreas urbanas como Ciudad de Panamá y Colón, continúa desbordando ríos y costas. Y aunque la promesa de energías limpias gana protagonismo, seguimos dependiendo fuertemente de fuentes fósiles en un mundo que clama por transición energética. Este año, la ONU nos convoca a restaurar suelos, combatir la desertificación y fortalecer la resiliencia frente al cambio climático. ¿Qué significa esto para Panamá? Es proteger nuestras cuencas hidrográficas, clave para la vida y el Canal. Significa transformar el modelo agrícola y los sistemas urbanos hacia un enfoque realmente sostenible; lago que debe darse integrando y no imponiendo. Panamá tiene la oportunidad de liderar con el ejemplo. Como nación de paso y encuentro, podemos convertirnos también en un puente verde para el mundo. Pero, para eso, debemos mirarnos al espejo y preguntarnos: ¿Qué país heredaremos a nuestros hijos? Un Panamá sostenible para el futuro, se define hoy.

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