Una sana reflexión

H oy se conmemora el Día del Estudiante. El momento es preciso para reflexionar sobre los miles de niños y jóvenes que toman clases para convertirse luego en profesionales del país. Lo lamentable de todo es que la preparación misma es muy deficiente por múltiples razones. En los últimos 18 años se han propuesto diversos planes y programas para transformar la educación, pero contrario a lo que se postula, la realidad es que lo único que ha fructificado es una constante cambiadera de ministros, huelgas de docentes por doquier y cambios de los logos del ministerio sin razón lógica aparente. Para salvar a nuestros estudiantes hay que empezar por lo simple: enseñarles a leer y a escribir, y eso los llevará a pensar. No se requiere de mucho, sólo de mística y devoción. ¿Es mucho pedir?