Otro año

EL gobierno de Martinelli e mpezó con una aceptación impresionante, pero en apenas 36 meses ha caído al extremo que su partido tiene que hacer una concentración para supuestamente demostrar apoyo popular hacia el mandatario. Es la misma práctica que empleó la dictadura norieguista cuando el apoyo popular se fue al piso. Pero ¿por qué Martinelli no tiene ese clic con la sociedad que lo aplaudió en sus inicios? Todos lo sabemos: por creer que el poder que tenía era absoluto; que la DGI podía usarse para acallar a sus adversarios; por imponer leyes de espaldas a la sociedad; por tratar de revivir la Sala Quinta; por hacer obras a precios exorbitantes; por faltar a su palabra en varios compromisos que adquirió con su pueblo; por el alto costo de los alimentos; por la corrupción que se siente en todos los niveles; por la compra de autoridades electas y manipular a su favor los poderes del Estado y un largo etcétera… Hoy entra en su cuarto año de gobierno y la incertidumbre radica en si insiste en esta forma de gobernar que a la gente no le gusta o si cambia su estrategia y se conecta nuevamente con su pueblo. Si continúa con el estilo de gobierno de los tres primeros años, su propio gobierno corre el riesgo de quebrantar lo poco que queda de tolerancia en los panameños hacia Cambio Democrático y pudiera desencadenar una ola de protestas que nos llevaría a una vorágine de ingrata recordación. Lo más saludable es que gobierne con un nuevo estilo y que sea ganar-ganar. ¡Nadie quiere más sobresaltos!