• 19/03/2015 01:00

Renuncie sr. Peñaloza

Quien debe investigar se encuentra desaforado ante varias denuncias en su contra

Luego de cuatro elecciones generales y tres referéndums nacionales en los que Panamá se convirtió en ejemplo de libertad, honradez y eficacia del sufragio popular, la forma en que se desarrolló el proceso electoral de 2014 no puede enorgullecer a ningún panameño, excepto por el papel que jugaron el Tribunal Electoral (TE) y el pueblo, en defensa de la democracia. Esa reflexión nacional está pendiente. Se repitieron elecciones en más de una veintena de circunscripciones electorales, en las cuales el TE logró comprobar la utilización de recursos del Estado para favorecer a candidatos oficialistas y otras irregularidades; se rompieron hitos históricos en denuncias presentadas por violaciones al Código Electoral; el candidato de los partidos de Gobierno enfrenta procesos por haber participado en inauguraciones de obras públicas, acción claramente prohibida por la Ley; numerosas instituciones del Gobierno Central irrespetaron la limitación de publicidad durante periodos electorales y, a pesar de las advertencias, fue candidata vicepresidencial la cónyuge del presidente de la República, postulación que a la postre fue declarada inconstitucional. En 2004, se otorgó rango constitucional a la Fiscalía General Electoral para coadyuvar con el TE en la salvaguarda de los derechos políticos de los ciudadanos, vigilar la conducta oficial de los servidores públicos con respecto a temas electorales y perseguir los delitos y contravenciones a la Ley Electoral. A pesar de este deber ineludible, el actual fiscal electoral, Eduardo Peñaloza, ante todos los desmanes que enturbiaron las elecciones, estuvo totalmente ausente, rompió la tradicional y armónica coordinación con el Tribunal Electoral, dejando indefensa a la ciudadanía. Hoy, aún cuando la forma en que procedió a asumir su cargo la fiscal electoral suplente no fue la más adecuada, es inaceptable que el señor Peñaloza se presente como defensor de una institucionalidad que durante su gestión ha desdeñado con ostensible negligencia. Quien debe investigar se encuentra desaforado ante varias denuncias en su contra. Ante todo lo acontecido, el país solo espera un acto de dignidad: señor fiscal Peñaloza, ¡renuncie!

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