• 26/05/2015 02:00

Convulsión y estrés

Por otro lado, los problemas de cada día mantienen este clima de molestia

Percibir cierto grado de incomodidad en la ciudadanía no es extraño. Alta incidencia en esta situación radica en el cotidiano desfile de exfuncionarios, que han llenado los espacios noticiosos reservados a gente del mal vivir. El punto es sencillo. Mientras aquellos investigados por la supuesta apropiación de fondos públicos durante su gestión pasan por el escrutinio de la investigación judicial, quien diariamente debe enfrentar la vida en su cualquiera actividad está con los ánimos encendidos, lo cual, lamentablemente, también comienzan a ser conducta cotidiana. Por otro lado, los problemas de cada día mantienen este clima de molestia: inseguridad, calidad de los servicios públicos y del transporte, recolección de la basura, carencia de agua potable, calles en mal estado. No estamos hablando de asuntos alejados del ciudadano común; señalamos la existencia de un disparador de crisis, envuelto en una vorágine cada vez más creciente, amenazante y peligrosa. Toda esta negatividad produce inevitablemente estrés en el ciudadano, que afecta todo su entorno y vida cotidiana, alterando lo que debe ser una convivencia pacífica, llevándola a extremos de irritabilidad, ansiedad, e incluso, afectaciones del sistema nervioso, con tan negativa carga emocional. Estamos en un momento trascendental de la vida política y social del país, que podría resultar, si las condiciones externas no se transforman, en situaciones llevadas al bienestar social, en el desequilibrio de todo aquello que nos ha llevado a ser un país aún en calma, pero lesionado cada día por los escándalos ventilados a la vista de un pueblo que reclama paz, y quiere seguir viviendo en paz.

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