• 22/12/2017 01:00

Un país a la deriva

 Las estadísticas nos dicen que los delitos sexuales están creciendo de forma vertiginosa y de estos las violaciones crecen de forma espantosa

Mientras los políticos y pelechadores del poder se pelean los bienes públicos, la sociedad está clamando atención, porque los problemas la ahogan. La falta de justicia efectiva, la pérdida de valores, de orientación y los malos ejemplos que tenemos, nos están conduciendo a una vorágine perversa de descontrol y caos. Lo lamentable es que quienes han llegado a gobernar solo ven el país del crecimiento y no prestan atención a la acumulación de factores como resentimiento, estrés, pesimismo y frustración que, si no damos un solución pronto que atempere esta olla en ebullición, lo más probable es que explote y sus consecuencias son inimaginables. Y lo más grave es que los Gobiernos ven la dádiva, los jamones, las lisonjas como las curitas ‘calmapueblo', pero en realidad son solo placebos que en nada ayudan a resolver el problema de fondo. Las estadísticas nos dicen que los delitos sexuales están creciendo de forma vertiginosa y de estos las violaciones crecen de forma espantosa. El reciente crimen de una niña de seis años nos grita la realidad de este asunto. Lo crítico es que las autoridades están pensando cómo controlan el Órgano Judicial para que los nuevos jueces fallen favorablemente sus casos. Descuidan la justicia real, efectiva, que atempere esa presión pública que clama la sociedad. El incremento de los delitos sexuales, como de los muchos otros delitos, no hay que analizarlo de otra manera, sino como que, debido a que no hay ley ni orden, el crimen florece. Esto es producto de la desconexión de las autoridades con su sociedad y esto lo podemos pagar muy caro. ¡Hay que enderezar el país, porque, como vamos, vamos mal!

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