• 02/04/2018 02:00

La muerte del sanguinario

 Estos llegan a la más alta magistratura por el engaño y luego juegan a ser Dios por su poder infinito.

Dicen que ‘los pueblos tienen los Gobiernos que merecen'. Aunque muchos creen esta afirmación, la lógica indica que esto ocurre cuando la decepción los embarga y el pesimismo se apodera de ellos. Y es que ningún pueblo quiere que un matón llegue al poder. Estos llegan a la más alta magistratura por el engaño y luego juegan a ser Dios por su poder infinito. Y llegan, eso sí, porque el deterioro de la sociedad está a tal extremo que a los ‘vendedores de esperanzas' les es fácil montar todo un andamiaje para luego ejecutar su malévolo plan. Así ascendieron al poder muchos dictadores que causaron graves daños a sus países. José Efraín Ríos Montt ocupó el poder en Guatemala solo 17 meses, pero se le considera el más sanguinario de los dictadores. Unos diez mil guatemaltecos, en su mayoría indios, fueron ejecutados extrajudicialmente y el número de refugiados ascendió a cien mil. El Informe de Esclarecimiento Histórico de la ONU eleva a 448 el número de aldeas borradas del mapa. Lo trágico de todo esto es que murió a los 91 años, en la impunidad, porque se benefició de todas las garantías procesales que él negó a sus víctimas. Sin embargo, aunque la justicia humana no lo hizo pagar sus crímenes de lesa humanidad, su nombre en la Tierra no tendrá otra historia que la de un hombre malo, cruel, vil, sanguinario y su único ejemplo será que los pueblos no permitan que sus diferencias los arrastren a la desgracia de que un sátrapa llegue al poder y cometa las salvajidades como lo hizo Ríos Montt. ¡Panameños, advertidos!

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