• 12/01/2019 01:00

La terquedad de Maduro

El diálogo se imponía para promover una transición hacia la democracia venezolana.

El sitio al que ha sido sometido Nicolás Maduro, no es más que el resultado de una terquedad manifiesta de un régimen que agoniza y hace agonizar a su pueblo. Los extremos nunca son buenos, pero a veces no hay forma de frenarlos. El diálogo se imponía para promover una transición hacia la democracia venezolana. La experiencia con los regímenes de izquierda extrema siempre es la misma: hablan de lucha por la democracia, pero cuando toman el poder se convierten en dictaduras corruptas que se enquistan por años. Lo irónico es que ninguna dictadura termina bien, no importa si es de izquierda o de derecha. La historia está llena de ejemplos de cómo terminan los dictadores y adláteres de esas dictaduras… Maduro tomó posesión de un nuevo período presidencial, cuyas elecciones fueron cuestionadas por lo antidemocrático del proceso. Pero Maduro y el régimen chavista insisten en mantenerse en el poder, lo que ha provocado el aislamiento por varios países, entre ellos Panamá. De seguir con su terquedad y no abrir espacio a una transición hacia la democracia venezolana, Maduro y el régimen chavista no tienen otro destino que el mismo de los dictadores en todo el mundo: Chile, Panamá, Nicaragua, Rumania, Libia, etc... Lo peor es que estos regímenes se arropan de supuestos defensores del pueblo, cuando en realidad son verdaderos pillos de la cosa pública. El reloj corre en contra del régimen venezolano y lo más oportuno es que se abra hacia la transición democrática. De no hacerlo es fácil deducir cómo terminará, porque esto está escrito ya en la historia de la humanidad. Seguir con la terquedad no es bueno ni para Maduro ni para el pueblo venezolano. El tiempo se acorta y el resultado depende solo del régimen chavista.

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