La ilusión del desprendimiento

El “¿qué hay pa' mí?” es la tónica poselectoral de los últimos quinquenios. Esto es producto de una sociedad que ha perdido el norte y ha dejado de lado el principio social fundamental que es el de la búsqueda del bien común. Cada grupo hala para su lado y el barco del Estado anda a la deriva. La locura de los megaproyectos con coimas y sobreprecios y la voracidad “tortuguera” por el endeudamiento nos ha llevado al filo de la navaja o al final de la soga. Con todo tipo de impunidades, una gran parte de la población no ha aprendido la lección y sigue con una conducta de avestruces camino al despeñadero. Así como los excesos de la dictadura provocaron los correctivos y luego se generó una política de tolerancia y respeto a los derechos humanos y a la alternabilidad en el ejercicio del poder, ahora todos los excesos tienen que ser controlados por un espíritu patriótico de corrección y desprendimiento. El ejemplo de esa política la diseñó el propio gobernante al recordar los principios ancestrales de “no mentir, no robar ni hacer trampa”. Con esa premisa, fundado con el consenso y el desprendimiento de todos los sectores y la necesaria sanción a los privilegiados por la impunidad, podríamos enrumbar la nave del Estado a mejores derroteros. ¡Que así sea!