El gobierno del presidente Laurentino Cortizo ha trazado sus metas que proyectan el país por un plan hacia el desarrollo. Su enfoque, lo ha vuelto a reiterar, será en la educación que incluye un ambicioso proyecto denominado Colmena. Este proyecto atenderá los 300 corregimientos más vulnerables del país y significa la inversión de cuantiosos fondos del presupuesto nacional. El camino está trazado y promete ir bien encaminado, no obstante no deja de estar exento de los peligros de siempre: la corrupción. Sería lamentable que un proyecto tan noble se utilice para que empresas recién creadas, sin mayor experiencia, se hagan de negocios. La lógica indica que para el proyecto insignia del Gobierno, se emplee todo un mecanismo que genere confianza a la sociedad, porque al mínimo “juega vivo”, de esos que ya han aparecido en este período gubernamental, dará al traste con esta meta. Lo propuesto por Cortizo da alas a la imaginación de lo que puede lograr Panamá si minimiza la corrupción y levanta al máximo la eficiencia en la gestión pública. Los medios de comunicación social están para acompañar toda esta transformación, pero también para denunciar el mínimo desvío. Como el Gobierno, los medios se deben a la sociedad y entre sus principales principios está la transparencia. Hace unos años, los medios reportaban sobre los casos de corrupción que escandalizaron el país; en esta oportunidad irán más allá, reportando las malas prácticas que pudiesen fomentar un caso de corrupción. Y en esa función que corresponde a los medios de comunicación social, la vigilancia será cada día más férrea, porque el país no merece seguir sumido en escándalos que nos afectan a todos. ¡Ni más ni menos!

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