• 12/02/2020 04:00

Financiamiento electoral

Opinión editorial del 12 de febrero de 2020

Hay quienes citan la expresión “la peor de las democracias, siempre es mejor que la mejor de las dictaduras”. Pero la pregunta es ¿por qué la democracia termina en dictadura? Esto ocurre cuando la democracia se liberaliza al extremo que permite abusos que conducen a la corrupción. Cuando un país cae en este laberinto, la propia población clama por un salvador que, en lugar de rescatar la democracia, termina cayendo en acciones dictatoriales. Panamá vivió una dictadura y sufrió las consecuencias, pero lejos de fortalecer la democracia, ha caído en nuevos abusos. Hoy, hay quejas contra un sistema clientelista que favorece la corrupción y lejos de acabar con esos abusos, las mafias continúan intactas: medicamentos, alimentos, combustibles, textos escolares, electricidad, etc. La razón de que estas mafias se mantienen intocables, radica en que antes de las elecciones, ellas “invirtieron” en sus candidatos. Esa es razón suficiente para que el Estado sea el único que financie la campaña política y frene de una vez por todas la danza de millones de dólares, donde un diputado, para salir electo, tiene que invertir medio millón de dólares, cifra que no se repone con el salario de los cinco años en el cargo. ¿Y por qué lo hace? Allí nace la corrupción y esto hay que pararlo. Ahora que se discuten las reformas electorales, es justo y necesario que el financiamiento privado se suprima del proceso electoral. ¿Queremos atacar la corrupción?, eliminemos el financiamiento privado. ¡Así de simple!

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