• 12/07/2020 00:00

Educando a la antigua

Opinión editorial del 12 de julio de 2020

El Siglo XXI es extraordinario. Las comodidades son excepcionales y no se trata solo de la clase adinerada que tiene la oportunidad de disfrutar del adelanto tecnológico. Los más humildes ya las aprovechan. El problema es que la humanidad se ha vuelto perezosa y prefiere que otros piensen por ella o que un aparato les sume o les reste en una simple transacción. El coronavirus nos ha atacado con virulencia y la educación ha sido una de sus víctimas. El desespero de muchos padres de familia es porque sus hijos “van a perder el año escolar” o porque a través de la modalidad virtual “no van a aprender nada”. La sociedad tiene que volver a la antigua y preguntarse ¿cómo nuestros abuelos se educaban? ¿Cómo es que nuestros abuelos salían mejor preparados? ¿Por qué tenían una buena ortografía y la letra bonita? La respuesta es sencilla: los hoy abuelos leían, calculaban usando su cabeza, analizaban los hechos y no estaban sumidos en chats, televisión o videojuegos todo el día… La cabeza se usaba para pensar, no solo para el sombrero o la gorra… Los abuelos sabían analizar el cielo y estaban muy claros cuando se acercaba una tempestad. Usaban la lógica y aprendían las habilidades del hogar. Sabían cocinar, lavar y fregar. El año no se pierde, si los padres de familia empiezan a crear su propia rutina de enseñanza-aprendizaje y vuelven a educar a la antigua. Lo más importante es cuánto va a ganar la familia, porque la educación comienza en el hogar. ¡Así de simple!

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