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- 10/11/2020 00:00
Naturaleza implacable
No es ni la primera ni será la última vez que nos pegue un huracán. Se trata entonces de convivir con un fenómeno natural que debemos respetar y aprender a lidiar. Panamá, por esa condición geográfica que adquirió el istmo tras la formación del continente americano, logró estar casi exenta de los embates de los huracanes y volcanes, condición virtuosa que ayudó a que en este lugar se construyera el canal interoceánico. Pero la naturaleza es implacable cuando el hombre la modifica y es justo lo que ha ocurrido en tierras altas de Chiriquí. La cantidad de agua que cayó en la parte alta no tuvo el soporte de raíces de los árboles y a medida que bajaba y tomaba velocidad, las partes más bajas fueron presa fácil del impacto demoledor. La depredación de vetustos árboles, que se mecían majestuosos en la cima de las tierras altas, no estaban allí para mitigar el impacto de las lluvias de Eta. El agua corrió libre y movió tierra y troncos que se estrellaron con las casas, causando la tragedia. No queda otra que volver a repoblar de árboles lo que antes fue bosque, porque la próxima ya no será el coletazo de Eta; será el golpe seco del mismo huracán. Pero no podemos darnos ese lujo; por el contrario, tenemos que aprender de esta experiencia y repoblar de árboles esa cima sagrada. La naturaleza es implacable y siempre cobra cuando la maltratan. ¡Así de simple!