• 09/02/2021 00:00

Las experiencias ajenas

“El sistema de pensiones necesita una solución, pero tiene que haber un acuerdo consensuado. El radicalismo lleva a extremos […]”

En 2018, Daniel Ortega introdujo un paquete de reformas al sistema de jubilaciones que consistía en que los ya pensionados tendrían que aportar cinco por ciento de su jubilación; los trabajadores punto setenta y cinco por ciento más y los empresarios y empleadores 3.5 por ciento más. La propuesta desencadenó un estallido social que estuvo a punto de tumbar el Gobierno y Ortega tuvo que desistir de sus medidas. Panamá también tiene un gran problema con su Seguro Social en lo que respecta a las pensiones. El actuario Dino Mon plantea que el actual sistema se diseñó para un período de 10 años, es decir, luego de jubilada, la persona vivía 10 años más, pues en ese entonces era el promedio de vida. Sin embargo, mientras sigue el mismo esquema para ese cálculo inicial, la realidad es que hoy los hombres viven 21 años más en promedio después que se jubilan y las mujeres 30 años. Palabras más, palabras menos, los hombres jubilados están cobrando 11 años y las mujeres 20 años más, para lo cual no aportaron. Que la solución sería, entre otras, que todo aquel que le falte cinco años para jubilarse pase inmediatamente al sistema de aporte individual, que el Gobierno le haga un aporte y que su pensión sea acorde con eso que aportó y lo que le dio el Gobierno y que cuando eso se acabe, hasta allí llegó… Que no se necesita ningún diálogo, que, por el contrario, está a destiempo… Que lo que el Gobierno busca es tomar un respiro y patear el problema para un Gobierno futuro. Aunque matemáticamente sería una solución simple, aunque radical, hay que aprender de las experiencias ajenas y cuidado que el remedio es peor que la enfermedad, porque solo hay que recordar Nicaragua, país que no tiene las libertades que hay en Panamá. El sistema de pensiones necesita una solución, pero tiene que haber un acuerdo consensuado. El radicalismo lleva a extremos y Panamá no está para afrontar un estallido como los de Costa Rica, Guatemala, Perú o Chile. El diálogo sí es necesario; hay que llegar a consensos y la imposición no lleva a ningún lado. Y ¿quién dijo que no hay otras medidas que tengan el mismo resultado? La cabeza no solo es para usar sombrero. Usémosla y lleguemos a acuerdos. ¡Así de simple!

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