• 06/11/2016 01:00

El legendario Bounty en Panamá

La tripulación acabó por echar al comandante del barco y abandonarlo a su suerte junto con dieciocho hombres leales en una lancha de 23 pies

Vivimos en una sociedad donde todo ocurre a prisa, donde los impulsos superan la paciencia, la dedicación y la disciplina en todos los aspectos de nuestra vida. Hasta que un día entrevisto a Horacio Rivera. Este pintor panameño de 75 años habla de su obra con sencillez pero con convicción y también sobre cómo la paciencia y su inquebrantable voluntad lo llevaron a construir una réplica a escala del legendario barco de la armada inglesa El Bounty, un magnífico buque de tres mástiles, equipado con cuatro cañones, diez fijos y diez giratorios, sobre el que se han hecho muchas películas, la más famosa de ellas interpretada por Marlon Brandon.

El tema central es un hecho histórico, el motín protagonizado por los tripulantes debido al desprecio y el maltrato que sufrían a manos de su comandante, William Bligh, que durante la misión botánica emprendida por el Pacífico para recoger especies exóticas, llegó llamar a su oficial adjunto ‘perro maldito' y prefería racionar el agua que dejar de regar las plantas que transportaban.

La tripulación acabó por echar al comandante del barco y abandonarlo a su suerte junto con dieciocho hombres leales en una lancha de 23 pies.

Horacio Rivera es pintor realista, pero tiene dos grandes pasiones: la arquitectura y la ingeniería naval.

Una enfermedad truncó sus sueños, pero no su voluntad inquebrantable. Así que, cuando era estudiante en la escuela de Artes y Oficios de Madrid, donde fue aceptado en 1965, conoció el Museo Naval de Madrid y empezó primero como un visitante más, pero era tal el deseo de ver cómo eran los planos de aquellos famosos barcos, cómo era la estructura interior, que decidió introducirse en el sancta sanctorum del Museo.

Para demostrar su interés, no se le ocurrió otra cosa que hacer el barco Cutty Sark metido en una botella, pero cuando se lo presentó al encargado del Museo, éste dijo: ‘Lo de meter el barco en una botella es cosa de ingleses, los españoles lo habríamos puesto en una caja de cristal'. Ese día el encargado comprendió que Rivera en realidad quería aprender, y así fue como el barco dentro de la botella le valió el pase para entrar al Museo, pero a la zona que no está abierta al público, sino donde reposan planos y mapas, libros de galeras y bitácoras del siglo XVI. Once años de estudio y dedicación le toman construir el Bounty, el barco más conocido de la armada inglesa. La misión del barco en su viaje al Pacífico era traer la fruta del árbol del pan desde Tahití al Caribe. La intención de los ingleses era alimentar a los esclavos que tenían en Jamaica y en las colonias antillanas con esa fruta, que como había escrito el capitán Cook, crecía salvaje en la Polinesia.

Con las más finas maderas panameñas como el cedro espino, entre otras, lo fue construyendo. El casco del barco es todo de cobre, las velas de algodón y cada nudo náutico del barco está hecho con el más estricto de los estudio, coincidiendo con la traza original. La réplica a escala está hecha con maestría, tanto por dentro como por fuera, y cada pieza del barco fue hecha con placas cortadas, pulidas, barnizadas y ensambladas una a una de un tamaño de una pulgada aproximadamente.

El Bounty original fue quemado por los mismos hombres que se amotinaron para no ser encontrados y con los restos del navío construyeron chozas después de llegar a las islas Pitcairn, un archipiélago situado en medio del océano, entre Australia y Sudamérica.

Fletcher Christian, cabecilla de los amotinados, y sus seguidores no sobrevivieron, se mataron entre ellos o murieron a manos de los nativos por arrebatarles sus mujeres y sus tierras.

El Bounty de Horacio Rivera sobrevive, hasta el más mínimo detalle. Está hecho con perfección y cuidado. La maqueta del barco ocupa un sitio privilegiado en el salón de su casa.

Eso sí, está en una caja de cristal.

CURADORA DE ARTE.

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