• 21/02/2011 01:00

La abuela no ‘twittea’

V uelvo sobre el tema de los nuevos medios porque, por nuevos, el análisis y las teorías que se vienen constituyendo, merecen la partici...

V uelvo sobre el tema de los nuevos medios porque, por nuevos, el análisis y las teorías que se vienen constituyendo, merecen la participación de los que vemos el tema de la comunicación como fundamental para el desarrollo humano. Eso involucra a todo aquel que integra la comunidad de observadores sociales y que fundamentan sus planteamientos con base en análisis de los hechos reales y no de lo que supone ser o lo que está de moda.

Hay muchos cabos sueltos, y a la luz de los acontecimientos en Egipto, como expresé en artículos anteriores, el Internet y la telefonía móvil digital con sus Facebook, Twitter, chat, MSM y demás, están cambiando la forma en que parte de la población recibe y transmite información y por ende la forma en que se comunica.

Cabos sueltos, porque todos los análisis que he examinado en las últimas dos semanas sobre el uso de estos medios y su efectividad como elemento multiplicador de mensajes (que dieron con las movilizaciones de grandes sectores de la población egipcia para protestar, y a la postre, tumbar al régimen de Mubarak), cada día más sugieren que fueron ‘elemento vital’ y muchos analistas le dan demasiado crédito a los efectos (quién dice que, a quién, por qué canal y con qué efecto), de la difusión de mensajes a través de las redes sociales como mecanismos determinantes de comunicación.

No vale la pena atiborrarlos con números y estadísticas, pero el panorama general es sencillo. La población mundial a junio de 2010, se estimaba en 6.6 mil millones de personas. De esos, se estima que hay 1.96 mil millones (28.7 por ciento) usuarios de Internet. En cuanto al uso de aparatos de telefonía móvil, según las estadísticas preparadas por mobiThinking, y con base en un compendio de diversos informes preparados por distintas empresas que investigan mercados de consumo alrededor del mundo, los usuarios de telefonía móvil sobrepasaban los 5000 millones de personas a finales del 2010. Esta cifra es de cuidado, porque pareciera que más del 70 por ciento de la población mundial posee un aparato de celular, pero lo cierto es que hay quienes poseen más de una cuenta de celular y muchas veces hasta tres.

Lo que sí es cierto, y como dije, para presentar escenarios sencillos de un tema complejo, el segmento de la población que más los utiliza oscila en diferentes reportes entre los 15 y 24 años de edad. Son los más conectados, según Nielsen; utilizan a fondo todas las herramientas comunicacionales que los nuevos medios proporcionan: fotos, videos, textos, mensajes de voz y telefonía tradicional. Esa combinación no se da en los otros segmentos de la población y disminuye notablemente a medida que va envejeciendo la muestra.

En Cairo, la chispa que generó el movimiento salió de este segmento de la población y las abuelas participaron activamente de las protestas, aunque no twittearon. El proceso que se dio para atraer manifestantes multiplicados por miles y miles; hombres y mujeres de todas las edades, se apoyó en otras formas de información: cara a cara y de boca en boca. Un twitt o chat, es lo mismo que una volante impresa de un estarcido y tirado en la ventana de un diablo rojo, en medio de un grupo de personas que no está conectado a los nuevos medios. El receptor recibe el mensaje, por su carácter significativo, en casos como el de Egipto, sencillamente abre la boca y lo multiplica inmediatamente: ‘llegó Matea’.

Hay que tener cuidado a la hora de glorificar la penetración y el efecto de los nuevos medios como fundamental en la forma de comunicación de la población en términos globales y generales. En todo caso, de una parte de la población. Y los regímenes dictatoriales sencillamente los bloquean como está sucediendo en estos momentos.

En la revista digital The Nation, un informe preparado por Adline Atili titulado ‘Bridging the global digital divide’, informa que: ‘mientras la penetración de la Internet en países desarrollados alcanzó a finales del 2009 un 64 por ciento, en los países en desarrollo solo llegó a un 18 por ciento de la población’. Abdul Waheed Khan, subdirector de comunicación e información de UNESCO, subrayó el poder de la banda ancha para crear ‘sociedades de conocimiento’ (‘knowledge societies’), expandibles en el tercer mundo. Eso aún está lejos de ocurrir, al igual que la radio aún no ha llegado a grandes sectores de la población global.

La disparidad mundial en términos de acceso a la información es aún un reto para la Humanidad y por consiguiente al desarrollo de los sectores pobres que no chatean o twittean. La tecnología para vencer la pobreza debe ser el norte y todos los medios disponibles serán necesarios para lograrlo.

*COMUNICADOR SOCIAL.

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