• 05/03/2011 01:00

Una oposición adormecida

A nte la arremetida feroz de Cambio Democrático (CD) en cooptar de forma genuina lealtades de miembros del PRD y que alcanza a la propia...

A nte la arremetida feroz de Cambio Democrático (CD) en cooptar de forma genuina lealtades de miembros del PRD y que alcanza a la propia alianza de gobierno, el papel de la oposición semeja aquel sopor que produce de forma placentera y luego de un buen sancocho, una siesta en un domingo de lluvia cualquiera.

Casi cada semana, nos sorprende la noticia de ‘adhesiones entusiastas’ de dirigentes de toda estirpe, que pasan a engrosar las filas del principal partido de gobierno. Y es que aún cuando CD sea hasta ahora una formación sin una ideología claramente definida, dicho partido más bien parece entrever una dosis alta de populismo, lo que quizás es una característica que le permite que en su seno quepan toda suerte de figuras, para lo cual el pasado político no importa a la hora de juramentarlos.

En el panorama no está descartada en las intenciones del Ejecutivo y su agenda legislativa una eventual reforma que permita una segunda vuelta electoral, teniendo de argumento de fondo el que esto posibilite a la ciudadanía como consecuencia el obtener una mayor legitimidad frente a los próximos comicios presidenciales.

En un escenario así de ‘segunda vuelta electoral’, nos hacemos un ejercicio preguntándonos, ¿qué tan preparados están en la oposición, como para realizar alianzas que hoy parecen irrealizables?

Veamos: por un lado, resulta evidente que los arnulfistas son en este momento, los ‘aliados más incómodos’ para el titular del Ejecutivo, previéndose —sin saber cuándo, pero temo que pronto— una ruptura formal, donde estos van a correr la misma suerte que ellos —en su momento—, le propinaron a sus socios demócrata cristianos durante la administración Endara.

Pero antes de que esto suceda, tendrá lugar la próxima convención arnulfista, donde la candidatura del vicepresidente Varela, a todas luces se impondrá a tambor batiente, con arreglos de camarilla ante sus adeptos más incondicionales, por la vana promesa recibida de parte de Varela por el titular del Ejecutivo y que aún persiste como ilusión en la mente del vicepresidente, de que él va a ir efectivamente a la cabeza como ticket de la propuesta de gobierno, en las próximas elecciones. Mientras esto sucede, la cuota de adherentes del arnulfismo continua mermando día por día, ya sea por la frustración en que se encuentra buena parte de sus bases (que con justa razón se sienten ajenas al reparto del botín político), como por la arremetida del Ejecutivo en restar, mediante toda clase de dádivas, contrataciones directas y puestos en el engranaje gubernamental, a través de favores que, para colmo de los arnulfistas, son repartidos a mansalva entre el resto de fuerzas que encima son minoritarias y que conforman la alianza.

Con Varela a la cabeza de su partido, pero fuera de la alianza de gobierno, los arnulfistas conservarían apenas unos cuantos escaños en la Asamblea y la difícil gestión en la Alcaldía de Panamá, como principales activos políticos. Hay quien sostiene, sin embargo, que por su formación archi—conservadora (es miembro connotado de la secta del Opus Dei), el vicepresidente jamás lograría forjar una alianza coyuntural con el PRD en un escenario de segunda vuelta electoral. Muchos se preguntan, hasta dónde está dispuesto Varela a ‘sacrificarse’ a estar fuera del aparato gubernamental en este preciso momento y a volver a jugar política desde la oposición. Lo que es un hecho, es que mientras más perdure como parte de la alianza, el arnulfismo seguirá arrastrando los desaciertos de la administración en perjuicio de su futuro, arriesgándose a quedar al final ‘sin chicha ni limonada’.

Por otro lado, desde el CD se sostiene la tesis de que en realidad, los arnulfistas no fueron ‘tan necesarios’ para obtener el triunfo de las pasadas elecciones visto los resultados asombrosos numéricamente hablando, que logró obtener la candidatura del presidente.

El PRD aparte de que le están restando dirigentes al igual que al arnulfismo, por su parte está sumido en su propia crisis interna de liderazgo, no sabiendo aprovechar las coyunturas recientes que el Ejecutivo ha generado y hoy su tradicional ‘alianza con los sectores populares’ se diluye, si tomamos en cuenta que estos últimos han emprendido el esfuerzo de organizarse como fuerza política a través del recién lanzado Frente Amplio por la Democracia (FAD), cuyo principal reto es lograr articular a los sectores sociales en partido electoral bajo un único liderazgo.

El PRD sigue siendo el principal partido de oposición, pero parece estar descansando en la teoría de que en Panamá ‘los gobiernos no repiten período’. Están como decimos en buen panameño: ‘agarrando los mangos bajitos’. Es una premisa en la que se basan muy incierta, visto el desgaste que ha sufrido con el triunfo de CD, el bipartidismo como modalidad de alternancia política en Panamá.

A esto último le sumamos la actitud indiferente tanto del PRD como de los potenciales opositores arnulfistas, hacia los reclamos de la sociedad civil por la preocupación real que surge por el control de la libertad de expresión en que han sumido a muchos medios de comunicación, de parte de un grupo liderado por el titular del Ejecutivo.

La ‘calle’ y los temas de importancia nacional se encuentran en manos de las organizaciones cívicas y sociales y para muestra vayamos a ver quiénes convocaron y lideraron las últimas protestas por el tema minero. Si la oposición no supera este impasse en que se encuentra, se está dejando abierto el camino para una eventual reedición —que no reelección— de la administración actual.

*SOCIÓLOGO.

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