• 17/03/2011 01:00

Tsunamis panameños

El terremoto y el tsunami que devastaron al Japón pusieron a prueba la menguada credibilidad del presidente Ricardo Martinelli. Sus llam...

El terremoto y el tsunami que devastaron al Japón pusieron a prueba la menguada credibilidad del presidente Ricardo Martinelli. Sus llamados a la calma —tras la forma irresponsable en que medios locales sembraron ansiedad en la ciudadanía— no trajeron tranquilidad, porque los panameños se fían cada vez menos de sus palabras.

La catástrofe japonesa también sacó a la luz el inexplicable viaje privado del ministro de Seguridad José Mulino, quien apareció en Tokio 11 días después de concluidas sus vacaciones por el Lejano Oriente. Su viaje para atender ‘asuntos personales’ en Asia estaba programado entre el 22 y 27 de febrero. Como Martinelli, Mulino tampoco rinde cuentas sobre sus actos. El régimen se define por lo que oculta.

Con la catástrofe vivida en Japón —sumada a la crisis en Libia, cuya dictadura se beneficia por el apagón informativo producto de la hecatombe nipona— subieron las alarmas en Panamá por su impacto en la economía principalmente por el incremento de los costos del combustible, la consecuente inflación y el aumento de la canasta básica de alimentos. El pedido de la jerarquía católica a Martinelli para que congele los precios de los alimentos ha caído en oídos sordos.

Es que los hechos no le dejan ninguna lección. Introduce así nuevos elementos de tensión en la Comarca Ngäbe Buglé, tratando de imponer una dirigencia dócil a la explotación minera y a los proyectos hidroeléctricos. Después de 11 años de vigencia, modificó de forma antojadiza la carta orgánica comarcal y ordenó al Tribunal Electoral intervenir en la selección de sus líderes.

Esas acciones abonan nuevos conflictos. La imposición de un liderazgo paralelo únicamente se da en la Comarca Ngäbe Buglé, no así en Kuna Yala o Emberá Wounnán. En esas comarcas no hay yacimientos de cobre ni proyectos hidroeléctricos.

Martinelli también está comprometiendo la neutralidad de Panamá. Se ha señalado a la espía Pilar Hurtado, a quien dio asilo territorial para burlar la justicia colombiana, como la cabeza de una conspiración contra el presidente Hugo Chávez. Eso encaja con las revelaciones de WikiLeaks, basadas en informes diplomáticos estadounidenses, que se refieren a la propuesta de Martinelli a los presidentes de Colombia y Costa Rica de formar una troika para desestabilizar al gobierno de Venezuela. La reiteró durante una visita a Italia. Al diario Il Giornale, propiedad de su maestro e inspirador, el primer ministro Silvio Berlusconi, le vociferó: ‘El anti—Chávez soy yo’.

Las máscaras de Martinelli se están convirtiendo en su verdadero rostro. Luego de las cuestionadas bases aeronavales ahora viola la neutralidad pactada en los acuerdos canaleros con las operaciones terrestres del ejército y la marina estadounidenses bajo el supuesto combate al terrorismo y el narcotráfico. La lógica de Martinelli es que el Pentágono y la ultraderecha republicana darán cobertura permanente a sus excesos autocráticos en abierta pugna con el Departamento de Estado. La apreciación en Washington es que el de Martinelli es un régimen penetrado por el narcotráfico, el lavado de dinero, la corrupción y el contrabando.

Los cables enviados desde Panamá por diplomáticos estadounidenses, que publicó el lunes el diario español El País en acuerdo con WikiLeaks, confirman lo que es una realidad inocultable: Martinelli es un peligro para la democracia. ‘A Martinelli simplemente le importa un bledo la opinión pública’, solo le preocupan sus intereses personales, afirman los informes diplomáticos.

Su falta de compromiso con el imperio de la ley, la excesiva concentración de poderes, su intento de implicar a la Embajada de Estados Unidos en espionaje telefónico contra la oposición y los informes sobre su intimidación a autoridades judiciales comprometen la estabilidad de las instituciones democráticas de Panamá. De acuerdo a los cables diplomáticos, desde finales del 2009 la embajadora Barbara Stephenson —la misma que, según voceros del régimen, le tenía rabia a Martinelli— recomendó al Departamento de Estado ponerlo en ‘cuarentena’ para ‘dejar claro nuestro apoyo a las instituciones democráticas de Panamá en su conjunto’.

Hace mucho que en Panamá lo normal es la anormalidad. Las acciones de la naturaleza son impredecibles, pero cada vez son más predecibles las argucias, mentiras y engaños del régimen martinellista. Al mismo tiempo se le va reduciendo más a Martinelli la posibilidad de echar mano de nuevos ardides para tratar de endulzar el oído de una ciudadanía incrédula y desconfiada. Se está agotando el aparato de propaganda y su bombardeo de mensajes engañosos, con el que pretende mover conciencias y procura transformar las mentiras de ocasión en creencias habituales.

*PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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