• 27/12/2025 12:33

Un accidentado Año Nuevo 1960

“Estimamos necesario reiterar la urgente necesidad de acordar las rectificaciones procedentes, con vistas a llegar a un fecundo y operante entendimiento [panameño-estadounidense] que elimine toda causa susceptible de deteriorar unas relaciones que deben mantenerse siempre en planos elevados de amistad y cooperación recíproca” (Editorial Revista Lotería Nro.44, julio 1959).

Un preocupado José Francisco Mariátegui Parodi, embajador peruano en Panamá, cerraba su informe anual señalando que la Navidad de 1959 en el istmo estuvo precedida por una intensa confrontación social y un incremento del sentimiento nacionalista respecto del Canal lo que agregaba tensión a las relaciones panameño-estadounidenses que, colateralmente, llevaba a los países del continente a reflexionar sobre la posición a adoptar teniendo como telón de fondo la batalla ideológica de la Guerra Fría.

El periodista Ramón Pereira de Radio Mía -ubicada en la avenida Perú-, agredido físicamente por denunciar las tropelías de la gestión edil de entonces, encabezó una marcha contra los concejales del Municipio de Panamá. Fue una crisis de cuatro días que obligó a la movilización de un contingente de la Guardia Nacional y que terminó en febrero de 1959 con la destitución de los responsables y el nombramiento de nuevos concejales.

“En abril de ese mismo año, un grupo de jóvenes estudiantes, algunos todavía adolescentes, se instalaba en el Cerro Tute, en las montañas de Veraguas, dispuestos a iniciar una guerrilla para ‘liberar a Panamá’ de los poderes corruptos” (M. Guardia para Estrella de Panamá, 2019). Si bien la situación fue controlada por la Guardia Nacional, las asonadas continuarían. Panamá experimentó un conato de invasión extranjera de un evidente contenido ideológico-político protagonizado por Roberto Tito Arias secundado por ochenta y dos cubanos y dos panameños (M. Guardia para Estrella de Panamá, 2019). Si bien la intentona fracasó, puso en alerta a las democracias de la región que acababan de presenciar la victoria del castrismo en Cuba.

“El 4 de octubre de 1959, los obreros colonenses liderados por Andrés Galván, secretario general de la Unión Sindical de Trabajadores de oficios mixtos de Colón, llevaron a cabo una movilización que se denominó ‘Marcha del hambre y la desesperación’ en demanda de empleos, salario mínimo, rebaja en el alquiler de las viviendas, subsidio para los desocupados y mejoras en los servicios de salud y educación” (Biblioteca Nacional, citando a Jaramillo Ábrego, 2023).

Un mes después, se produjo la Siembra de Banderas, “el diputado Aquilino Boyd y el doctor Ernesto J. Castillero Pimentel, invitaron al pueblo panameño a marchar en forma pacífica, a la Zona del Canal, portando la bandera panameña como un acto de reafirmación de la soberanía de Panamá en aquella parte del territorio nacional” (Biblioteca Nacional, citando a Jaramillo Ábrego, 2023). Boyd se había desempeñado como canciller del presidente Ernesto de la Guardia Jr. y había sido condecorado con la Orden de Orange-Nassau en el grado de Gran Cruz por el Ministro Plenipotenciario de los Países Bajos P.H. Zijderveld (Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, Caja 5-20-A,of.161,doc.161,1958) mientras que Castillero fue el vicecanciller que, conjuntamente con Manuel Méndez Guardia -director de Política internacional de la cancillería panameña-, renunciaron al cargo en cuanto Boyd fue reemplazado (MRE, Caja 5-20-A,of.204,doc.204,1958) y nombrado embajador en México (MRE, Caja 5-20-A,of.205,doc.205,1958), responsabilidad que no ejerció para dedicarse a la lucha por la soberanía del país. En el momento de los hechos de 1959, la cancillería panameña tenía nuevas autoridades; el licenciado Mariano Oterza como vicecanciller, el doctor Ricardo Chiari como director de Política Internacional y el doctor Eloy Benedetti como asesor jurídico (MRE, Caja 5-20-A,of.208,doc.208,1958).

Así llegó el Año Nuevo de 1960 en el que el presidente “Ike” Eisenhower reconoció que la bandera panameña fuese izada junto a la estadounidense “lo que se consumó en el acuerdo Chiari-Kennedy de 1962, que también daba más libertades sociales y económicas a los panameños dentro de la Zona” (Aguilar Nicolau, 2023).

Pocos conocen que el registro fotográfico de casi todos estos hechos (particularmente de la gesta del 9 de enero de 1964) se debió al trabajo del peruano Emilio Gastelú quien, a pesar de no ser reconocido formalmente como panameño, es recordado como un héroe y un símbolo de la identidad nacional panameña por su trabajo fotográfico y su amor por el país. Dentro de su vasta obra pictórica siempre estuvo presente su preocupación por lo panameño. Su obra es un canto a la tierra, un descubrir las características idiosincráticas de su patria adoptiva, un homenaje impregnado por el afecto a la gente del istmo donde formó una familia. Fue víctima del Covid-19 el 2 de enero del 2021 pero su legado perdura.

*El autor es exembajador del Perú en Panamá, Honduras y Guatemala
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