• 27/03/2011 01:00

Cuidemos la peatonal

A mediados del siglo pasado, la avenida Central de la ciudad de Panamá era un emporio comercial envidiado por urbes de países vecinos. A...

A mediados del siglo pasado, la avenida Central de la ciudad de Panamá era un emporio comercial envidiado por urbes de países vecinos. Almacenes como el Cinco y Diez, Zigzag, Besfit, Bazar X, Calzados Pereira, Bazar Francés, Corte Inglés, Mi Casita, Bazar Madrid, El Siglo, Casa Japonesa, Wong Chang, El Globo, Veinticinco Centavos, Félix B. Maduro, Sedería La Luna, La Villa de Santa Ana, Casa Richa, Casa Sport, Quinta Avenida, Kodak, Bazar Imperial, Casa Víctor, Pinocho y otros atraían a miles de clientes, quienes vistiendo sus mejores galas recorrían la impresionante arteria.

También existían numerosos bares, joyerías, farmacias, cinematógrafos, panaderías y restaurantes de magnífica calidad. En fin, era un lugar sumamente seductor, divertido y digno de ser envidiado por otras naciones.

A duras penas aún subsisten algunos comercios que vivieron el esplendor de la mencionada época. En esta situación destacan La Aurora de Bazán y Sol de la India, merecen el mayor de los aplausos.

Ahora el lugar se ha convertido en un asqueroso sitio de paseo; aunque al principio semejaba una vulgar copia de calles de otras ciudades lejanas, especialmente chinas, japonesas y europeas donde los comerciantes pululan a su antojo entre una legión de visitantes. Pero, son calzadas de menor amplitud que nuestro paso peatonal, facilitando así la vida comercial.

La comuna capitalina hace ingentes esfuerzos por devolverle su antiguo esplendor, y a la vez sirva de solaz a los diarios concurrentes. Desde tempranas horas y hasta las ocho de la noche, trabajadores armados con escobas y recogedores de basura recorren la vía para mantener hasta donde sea posible la limpieza que exige un lugar de esta clase para el bienestar de propios y extraños. Pero, se nota que su diaria labor es en vano, porque la inmundicia continúa campeando por doquier.

Es una tarea inmensa mantener el aseo del sitio donde abundan los expendedores de toda clases de alimentos, baratijas y bebidas, debido a la pésima educación de los transeúntes, a quienes no les importa un bledo arrojar los desperdicios al pavimento y dentro de las enormes macetas, a pesar de que hay recipientes de basura a lo largo y ancho del área.

Lo más indicado sería colocar letreros en cada uno de los tiestos y puestos de comida exhortando a mantener limpia la zona, y a la vez advertir de posibles castigos a los que sean sorprendidos ensuciando la misma. Para esto deben emplearse inspectores que realicen constantes recorridos, a través de lo que era en otro tiempo una deslumbrante avenida, recibiendo apoyo de los agentes policiales que a cada rato recorren en sus radiopatrullas el susodicho lugar.

Todavía no es tarde para educar al panameño sobre cómo mantener una conducta intachable, que por ende repercuta en beneficio general. Para esto es indispensable una mano dura de verdad. Es urgente sembrar la semilla de la pulcritud, para que a la postre germine en cada rincón de la capital y lugares aledaños. Si la porquería es contagiosa, también lo es un buen ejemplo a seguir. Manos a la obra.

*FOTÓGRAFO PROFESIONAL.

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