• 06/05/2011 02:00

Raúl Leis, el grande

L o primero que llamaba la atención al conocer a Raúl era su estatura, ese hombre era realmente alto. Luego, siendo conscientes de su pr...

L o primero que llamaba la atención al conocer a Raúl era su estatura, ese hombre era realmente alto. Luego, siendo conscientes de su prolífica e influyente obra, llamaba la atención su humildad y don de gentes. Quizás muchos nos acercamos a él por su intelecto, pero a lo largo del tiempo nos seguía atrayendo la persona, su sensibilidad, su sentido del humor y sus compromisos de vida. Él era un hombre alto, sí, pero nunca miró desde arriba hacia abajo a nadie.

Raúl ya era muy conocido en el mundillo sociológico y de las ONG’s desde hace mucho tiempo por sus publicaciones sociológicas, su trabajo como educador popular, por su obra literaria y por su activismo popular. Sin embargo, creo que mucha más gente supo de él cuando fundó y fue secretario general del Movimiento Papa Egoró. ¿Quién era este hombre tan distinto e igual a todos?, ¿quién era este hombre enorme y de alargada cabeza que proyectaba saber tanto y que nos lo hacía entender tan bien porque hablaba como nosotros? Raúl fue de los personajes más refrescantes y esperanzadores de nuestra transición a la democracia. Fue en esos días que lo conocí, yo estudiaba sociología en la Universidad de Panamá y era miembro de la juventud Papa Egoró.

En esa época todos queríamos ser como Raúl, o quizás era sólo yo. Un día hace varios años alguien me dijo que Raúl era mi mentor y me sentí raro, hoy sólo espero haber sido un pupilo digno.

Porque su trabajo le obligaba, entre otras cosas, Raúl últimamente viajaba mucho y se había apartado un poco de la opinión pública, pero nunca se alejó del todo ni dejó de participar muy activamente en las diversas causas de la sociedad civil. Algunos pensaron que sus ideas habían caducado y que nos tocaría a otros hacerle el relevo, cosa que él no sólo aceptaría sino que lo promovería entusiastamente.

Nada más alejado de la realidad. Hace poco más de dos meses, en un acto público unas indígenas Ngäbes increparon al vicepresidente Varela, fue una situación incómoda y tensa producto del grave conflicto que hubo en esos días por la aprobación de la ley sobre minería. Los invitados a la mesa redonda no supieron bien cómo reaccionar ante una situación que reflejaba las taras de nuestra democracia. Había desorientación y desasosiego en la sala y en el país.

Y allí estaba Raúl, apareció hercúleo y gigantesco, tomó el micrófono y compartió con el público su opinión sobre lo que estaba pasando, nos recordó de qué va esto de la democracia, se identificó sin ambages con los indígenas y nos inspiró con sus palabras sabias para seguir construyendo ciudadanía. Los héroes siempre aparecen cuando les necesitamos. La sala le aplaudió a rabiar, sentimos que alguien entendió e interpretó perfectamente cómo nos sentíamos. Esa fue una prueba más de que el pensamiento de Raúl Leis está vigente y sigue siendo imprescindible.

Se nos murió Raúl y, parafraseando un correo que acabo de recibir, nos hemos quedado un poco huérfanos. Y aunque suene a tópico, debo decir que la suerte que tenemos es que Raúl Leis nos enseñó mucho a todos, queda ahora volver a sus textos y actitudes para tener una brújula que nos permita seguir adelante. Adiós amigo.

*POLITÓLOGO.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus