• 25/05/2011 02:00

Diálogo sin dobles agendas

En el artículo ‘Antivalores frenan la administración pública’, publicado el 19/05/11, hice referencia al creciente perjuicio que causa l...

En el artículo ‘Antivalores frenan la administración pública’, publicado el 19/05/11, hice referencia al creciente perjuicio que causa la falta de práctica de valores, que convertidos en politiquería, afectan negativa y contundentemente la buena gestión de cualquier administración.

Situación que denomino como ‘código de antivalores’, arraigado a los colectivos políticos. Podemos observarlo en eventos como las elecciones del Frente de la Juventud del PRD, para escoger su directiva, cargado de gritos y acusaciones ‘por supuesta compra de votos y manipulación del torneo electoral’.

Estos hechos no son exclusivos del PRD y deben llamar a la reflexión de la membresía de los colectivos políticos, hacer un alto y corregir actuaciones o continuar profundizando la deformación de la dirigencia juvenil, presuntamente futuros gobernantes de esta Nación.

Otro aspecto importante son las promesas de los aspirantes a cargos de elección popular. Un alto porcentaje, al asumir los cargos, se desvanecen como por arte de magia y reaparecen al acercarse nuevos periodos electorales.

En el caso Martinelli, quien asumió el cargo hace 22 meses, con un ambicioso plan de gobierno de beneficio social y promesas de efectuar cambios positivos en el engranaje gubernamental, para adecentar la administración pública, podemos observar que: aún cuando está cumpliendo parte de las promesas de campaña, ha recibido fuertes críticas por grupos organizados y de la sociedad civil. Las mismas obedecen, según la opinión pública, a la existencia de figuras (dentro del gabinete), con un perfil cuestionable y escándalos de corrupción.

Además, el estilo gerencial (muy personal del presidente), de liberalidad empresarial, que no se ajusta a las regulaciones establecidas para administrar el Estado, ha resultado otro talón de Aquiles; toda vez que la norma señala que: El funcionario público, solo puede hacer aquello instituido por ley, entre otras la de Contratación Pública.

Esta realidad, de cara a los elevados y progresivos niveles de politización que atraviesa el país, genera desmejoramiento en la calidad de vida de la población, provocando el quebrantamiento de la credibilidad ciudadana en los órganos de gobierno y colectivos políticos.

Frente a este hecho, el presidente invitó a partidos políticos, sociedad civil y representantes de los gremios periodísticos a establecer un diálogo, solicitando la colaboración del Arzobispo de Panamá, como mediador.

Lo cierto es que, el presidente, para acercarse a la meta planeada (a cinco años), con los llamados proyectos imperdonables, tendrá que analizar sin apasionamientos y con buena asesoría la situación actual, para efectuar los cambios pertinentes que permitan avanzar.

El diálogo es importante, siempre y cuando se realice enmarcado en normas de éticas, donde se dejen de lado las dobles agendas y se respeten las opiniones y acuerdos surgidos, demostrando la intención de una voluntad política sana en beneficio de la población.

Es tiempo de dejar la politiquería que tanto daño causa a la sociedad panameña. Es hora de trabajar por un mejor Panamá, donde todos podamos ver el futuro con optimismo, vivir con libertad, dignidad y calidad de vida.

*ECONOMISTA Y EDUCADORA.

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