• 03/10/2011 02:00

Transfuguismo, traiciones y educación

COMUNICADOR SOCIAL.. Si Manuel A. Noriega y demás miembros de su estado mayor hubieran sido capturados peleando, lo más seguro es que, ...

COMUNICADOR SOCIAL.

Si Manuel A. Noriega y demás miembros de su estado mayor hubieran sido capturados peleando, lo más seguro es que, a pesar de no estar de acuerdo con el régimen que ejercieron, gozarían de mayor respeto por el simple hecho de haber arriesgado la vida ante el ataque de las fuerzas invasoras aquel 20 de Diciembre. Como sabemos eso no fue así. Toda la retórica antiimperialista quedó disminuida a la necesidad de salvar el pellejo o los bienes materiales, dejando expuestos a la agresión militar a sus tropas y a muchos compatriotas que creyeron en ellos. Eso se llama traición.

La Estrella resumió la semana pasada que: ‘En julio de 2009, iniciando el periodo constitucional 2009—2014, el CD tenía 17 diputados, luego sumó a los independientes, se llevó al molirena Héctor Aparicio, igualmente a los cuatro Unión Patriótica con la fusión, logró ir inscribiendo a los PRD y a tres panameñistas: Ricardo Valencia, Lay Milanés y Herrera. Los nueve diputados del PRD son Ronny Araúz, José Lozada, Abraham Martínez, Gabriel Méndez, Rubén Frías, Nelson Jackson, Abelardo Antonío, Juan Martínez y Absalón Herrera. Los cuatro del desaparecido partido Unión Patriótica son Raúl Hernández, Dana Castañeda, Noriel Salerno y Salvador Real. Los independientes que se inscribieron son Yanibel Ábrego y Carlos Afú’.

Para el proceso electorero pasado hubo dos compromisos fundamentales. El primero fue: un candidato se postula y gana las primarias para representar a su partido en las próximas elecciones y el partido se compromete a darle su apoyo (en los partidos en donde hay primarias). El segundo compromiso fue: independientemente de las prebendas ofrecidas (gorras, camisetas, bolsas de comida, tanques de gas, etc.), el candidato se postula por un circuito y los miembros de ese circuito le dan su voto bajo la bandera del partido que lo postuló. El candidato, en cambio, tiene la responsabilidad de representar a esa comunidad y a su partido por los próximos cinco años.

La mayoría de la lista anterior ha optado por abandonar las estructuras políticas en donde se postularon y fueron elegidos. Muchos por segunda, tercera y hasta por cuarta vez en su vida. Tránsfugas, como se les define popularmente. Y más recientemente jóvenes políticos.

No cuestiono que a lo largo de su vida política un individuo puede reformular honestamente sus fundamentos ideológicos. Pero, el transfuguismo olímpico es triste y bochornoso. Además de ser un acto de traición, de muchas maneras, es un acto corrupto y un pobre ejemplo para las generaciones en formación y dejará mucho que decir históricamente de este período de la nación.

La traición es, señala Javier Monagas Maita, joven escritor venezolano ‘... una desviación de la autoestima y el respeto de la persona por sí misma y por sus hermanos. Es la mayor manifestación del individualismo y el egoísmo que tiene la Humanidad. Una conducta inducida para sembrar odio, maldad y avaricia en las mentes débiles, que sin darse cuenta son utilizadas para establecer reglas de negación de derechos a las mayorías, incluso los mismos traidores sólo logran limosnas miserables de pago por su cobardía y son desechados tan pronto dejan de ser útiles los intereses que los manipulan’.

En estos últimos días ha quedado en duda el sentido de compromiso que muchos de ellos tienen con la sociedad; en vez, se ha marcado en la conciencia nacional su preocupación por su supervivencia política y cada vez más queda en evidencia lo vano de su compromiso.

Llama la atención la reunión de la semana pasada de la ministra de Educación, Lucy Molinar, con los representantes del Partido Revolucionario Democrático (PRD) en oposición. El encuentro abrió nuevos y necesarios espacios para que el tema de la educación y la transformación curricular sean discutidos lo más ampliamente posible y que cuenten con el aporte de todos los sectores del país. Al fin y al cabo, este país es de todos y el futuro y la educación de nuestros hijos es asunto de todos.

Pero, debe quedar algo claro para la ministra y su equipo de trabajo, que la educación va más allá de la estructuración de programas que tienen que ver con las necesidades presentes en cuanto a tecnología y desarrollo. Va más allá de cambiar y fortalecer los programas para atender las quejas internacionales sobre la falta de mano de obra calificada. ¿Qué argumentos le dan los padres a sus hijos en formación al hecho de que figuras políticas han saltado de un partido político a otro, varias veces? ¿Cómo se explica eso? ¿Cómo se educa a los hijos con esos ejemplos? ¿Qué valores políticos y morales podemos reformular para acabar con la traición?

Este tiempo deja muchas lecciones, en particular la población debe observar y aprender (me causa dudas eso, pero bueno, veremos). La degradación de la palabra empeñada ya lleva mucho tiempo en nuestro medio, pero si pensábamos que el período postinvasión, que ya va para 22 años, significaría el perfeccionamiento de la democracia y la conducta cultural, social y moral, cuan equivocados estuvimos.

Nuestros actores políticos (y de otras esferas sociales) no muestran capacidad de trascender a un nivel mucho más comprometedor con el futuro. El oportunismo, la conducta del matraqueo y los espacios políticos no mueren. La conducta social y política ha ido determinando las conductas sociales del futuro, la de nuestros hijos, ese segmento que tratamos de educar con el cambio curricular. Es evidente que no hemos aprendido nada y muchos de nuestros políticos y líderes en varios círculos del quehacer nacional no quieren trascender tampoco.

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