• 07/10/2011 02:00

La obesidad: la otra cara de la malnutrición

MÉDICO VETERINARIO. EXPERIENCIA DIPLOMÁTICA FAO, IFAD, WFP.. El espectro de la malnutrición abarca toda la gama de problemas que pueden...

MÉDICO VETERINARIO. EXPERIENCIA DIPLOMÁTICA FAO, IFAD, WFP.

El espectro de la malnutrición abarca toda la gama de problemas que pueden presentarse cuando la ingestión de energía dietética y/o de nutrientes es insuficiente, excesiva o simplemente desequilibrada. En uno de sus extremos, se halla el problema de la subnutrición, que se describe frecuentemente en términos de micronutrientes. En el otro extremo, se encuentra el problema de la súper nutrición, es decir, de la obesidad y el sobrepeso.

Actualmente, la obesidad constituye una peligrosa pandemia, En este contexto, considero oportuno recordar que el sobrepeso y la obesidad son el quinto factor principal de riesgo de defunción en el mundo. En efecto, según una fuente de las Naciones Unidas cada año fallecen, por tal motivo, aproximadamente 2.8 millones de personas adultas.

Hoy día, la obesidad está difundida en todo el mundo, incluyendo los países en desarrollo, constituyendo una nueva carga para estos. Efectivamente, la misma se encuentra presente en todas las regiones del mundo, comprendidas aquellas donde el problema del hambre está lejos de ser erradicado, como, por ejemplo, el África Subsahariana (donde se encuentra el mayor porcentaje de hambrientos del mundo). Es oportuno evidenciar que el número de personas afectadas por la obesidad y el sobrepeso no sólo compite con el de los padecen la subalimentación sino que, incluso, en muchos casos, lo supera.

Es una amarga ironía que conforme los países en desarrollo siguen esforzándose por reducir el hambre, algunos de ellos a la vez afrontan también el problema contrario: la obesidad. Si bien las personas pobres están sobradas de peso, eso no significa que estén mejor alimentadas. La obesidad a menudo encubre deficiencias del consumo de vitaminas y minerales.

A este propósito, cabe resaltar que la obesidad aumenta aceleradamente en los países tradicionalmente mayormente afectados por el hambre, sobre todo, entre la población urbana femenina. Todo indica que ella parece crecer conforme aumentan los ingresos.

Algunos países de nuestra región geográfica, como México y Brasil, poseen índices de obesidad tan elevados que superan el de los países europeos, alcanzando niveles muy cercanos al de los Estados Unidos, país que viene considerado, en términos absolutos, como el de mayor número de obesos del planeta.

Por tales motivos, la FAO concluye que el hambre es una consecuencia, la obesidad; otra, sosteniendo que un acertado planteamiento de la nutrición debe orientarse a la calidad, así como a la cantidad.

En nuestro país, que posee un elevado índice de crecimiento económico, el problema está asumiendo proporciones alarmantes. En efecto, según se indica en un reciente estudio, Panamá, con una población de 3.4 millones de habitantes, tiene el 53% de los adultos con obesidad, representando las mujeres el 21% de los casos.

De los resultados del mencionado estudio se conoce que actualmente, en nuestro país 3 de cada 10 niños tienen exceso de peso.

A este propósito, cabe destacar que el Estado gasta 450 millones de dólares anuales, en mantener la población enferma a causa de los desordenes alimenticios. Añadiendo, además, que mueren 2,500 personas al año por problemas de obesidad, lo que representa un promedio de ocho personas diarias.

Resulta oportuno, asimismo, resaltar que la obesidad en nuestra nación representa un factor de riesgo asociado a varias enfermedades crónicas no transmisibles como la hipertensión arterial, el diabetes melitos, los accidentes cerebro — vasculares, la cardiopatía isquémica, entre otros. También se vincula la obesidad con algunos tipos de cáncer, como los de las mamas, ovarios, próstata, estómago y colon, considerados los más frecuentes en Panamá.

La obesidad es causada por factores alimentarios, hereditarios, genéticos, hormonales, psicosociales y ambientales. Frecuentemente, ella es debida a los cambios ocasionados por la globalización que lleva a adoptar estilos de vida importados.

Un ejemplo de ello, es que entre las causas señaladas en el estudio en referencia, para la población infantil de edad preescolar se señalan la ingesta de leche entera con cereal, cereales refinados y elevado consumo de ‘burundangas’. De la misma manera, entre los motivos de la obesidad en los escolares y adolecentes, se destacan en el análisis en cuestión un exagerado consumo de frituras, sodas, bebidas azucaradas, todas cosas que se pueden conseguir, inclusive, en los puestos de venta de las escuelas. Entre dichas causas, se evidencia, también, la falta de actividad física debida al uso creciente de Internet, los juegos de video y la televisión. Asimismo, se señala en el informe, el derroche de las comidas rápidas y de las denominadas ‘comidas chatarra’.

Con la esperanza de que algunos de nuestros más altos gobernantes se miren al espejo y se convenzan de la necesidad urgente de establecer una política integral de Seguridad Alimentaria, debidamente estructurada, termino afirmando que para combatir el flagelo del hambre y la grave situación de la obesidad, que son dos problemas opuestos, existe una sola solución: una buena y correcta alimentación.

16 DE OCTUBRE: DÍA MUNDIAL DE LA ALIMENTACIÓN.

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