• 11/12/2011 01:00

¡Bienvenido Manuel Antonio!

E s como un circo, que, a través de anuncios previos a su presentación pública, avisa que traerá elefantes, leones y monos. Muchos ni co...

E s como un circo, que, a través de anuncios previos a su presentación pública, avisa que traerá elefantes, leones y monos. Muchos ni conocen el circo, pero han empezado a hablar y a escuchar de él por lo que representó en el pasado reciente antes del ’89. Noriega es ése circo.

El otrora poderoso comandante de las Fuerzas de Defensa, malamente hoy puede caminar; ha estado bajo la escasa luz de una celda por veintidós años. Dicen que a sus 78 años —si es que no tiene más por la falsificación de su partida de nacimiento para aspirar a una beca en el Perú— sufre de diabetes y de tres o cuatro males más.

Unos me aseguran que correrá la suerte de su ex gerente general del Banco Nacional, Rafael Arosemena, que, quedándose con todos sus millones, le dieron casa por cárcel, y más nunca nadie preguntó por él y que debe moverse por todo Panamá sin que nadie le diga nada. Se ha asegurado que apenas pise tierra panameña irá directo a la cárcel. ¿A quién verdaderamente le importará eso, sobre todo si se toma en cuenta que ha sido el único gobernante con 22 años tras las rejas?

Otros ansían que hable y diga quiénes eran sus socios en Panamá; que recuerde quiénes eran los que compraban a nombre de las Fuerzas de Defensa y se quedaban con jugosas comisiones. Que nos diga qué fortunas él ayudó a forjar; quiénes se enriquecieron bajo sus sombras; quiénes terminaron por traicionarlo, a pesar de todo lo que les había dado.

¿Le importará a Noriega decir ni esta boca es mía? Manuel Antonio Noriega Moreno llegará a Panamá y dirá... absolutamente nada. Encontrará un país diferente: donde lo que ellos no hacían, como nombrarle escoltas a sus amigas, pasó de moda; dónde lo que antes se reservaba a los del Estado Mayor ahora lo hace cualquiera. Son tiempos más modernos: ahora todos tienen derecho a usufructuar lo que pasa por el gobierno; no sólo los coroneles de antes. Dirá que antes hasta eran más recatados.

Tony Noriega se quedó en Panamá con sólo dos amigos verdaderos: Fulele Calvo y Mario Rognoni. Así se quedan solos cuando dejan el poder: nadie los voltea a ver. Yo nunca fui amigo de él. Eso sí, lo enfrenté con todas mis fuerzas. Tres semanas antes de su caída conocí los malos olores del G—2; conspiré contra su régimen cada vez que pude. No en balde estaba en la lista íntima de sus peores enemigos.

Bienvenido Manuel Antonio, el Panamá que dejaste te recibe sin importarle un bledo lo que hiciste. Esas son cosas del pasado. Por más que ahora alguien traté de aprovecharse de ti, tú los sabrás ignorar. Estás un poco mayor para que ten vengan a echar cuentos.

EMBAJADOR DE PANAMÁ ANTE LA OEA.

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