• 17/02/2012 01:00

La Comarca Ngäbe Buglé

En 1976, labora como educador de primaria en el Cuay de Santa Fe en Veraguas. Una población mixta, que luchaba por integrarse a la Comar...

En 1976, labora como educador de primaria en el Cuay de Santa Fe en Veraguas. Una población mixta, que luchaba por integrarse a la Comarca Guaymí, hoy Ngäbe Bugle. Las razones eran variadas... ‘Mire dónde cultivamos...’ —me decían— ‘nuestra tierra es muy árida y la que sirve está en manos de los santafereños. Si la Comarca nos incluye, podremos optar por otras mejores y adicionaremos ventajas, como el no pago de impuestos, no estaremos sometidos por las autoridades nacionales, pues, tendremos las nuestras; habrá libertad de movimientos y las riquezas del suelo y subsuelo, serán por ley, exclusivas de nuestro pueblo, porque en ella sin el permiso del cacique, no podrá entrar nadie, que no pertenezca a la Comarca’.

Como los docentes en estas comunidades tenemos que hacer de médicos, psicólogos, juristas, periodistas... hasta consejeros; un día preocupados me pidieron que los acompañaba ese viernes a Santa Fe, porque sus autoridades los habían citado para investigarlos por la supuesta muerte de un semental vacuno, que se había desprendido por un barranco; pero que ellos tenían noticias de que los querían meter presos, para que desistieran de la idea de la Comarca.

Ante la circunstancia, los acompañé. El viaje duró tres horas bordeando el cerro Tute, por trillos y senderos. Sin embargo, en un acto de desprecio, el alcalde y el representante se fueron de gira, apenas llegamos. Dejaron a un sargento, que cuidaba el caserío, encargado de la diligencia procesal; quien nos comunicó que ‘la comunidad tenía que desistir de integrarse a la Comarca, o de lo contrario se tomarían acciones para impedirlo’. No obstante, ante la insistencia de los campesinos, volvieron a citarlos para el próximo martes de finales de agosto... ‘Y usted, no venga maestro’ —me gritaron— ‘porque puede pasarla mal’...

Para afrontar el problema, se formó un comité con el cual viajemos a Santiago y posteriormente a Alto de Jesús, donde nos entrevistamos con el cacique Camilo Ortega. Ortega nos acompañó a Santiago a exponerle el caso al mayor Justine, jefe de la Guardia Nacional en Veraguas... ‘Pero si este proyecto comarcal lo impulsa el general Torrijos!’ —Nos planteó— ‘¡Enviaré al teniente Gómez, para ver lo que ocurre, porque lo que menos necesitamos es tener problema con el general’...

Por la conmoción, las actividades en la comunidad se habían paralizado. Por ello, volví a acompañar a los campesinos a Santa Fe, pero esta vez no entré a la Alcaldía. Me quedé escuchando desde fuera, las peroratas, bravuconadas e insolencias de las autoridades. Estos sentían que estaban ganando la batalla, sobre todo el sargento que llevaba la voz cantante, hasta que apareció el teniente Gómez en escena. En ese momento hubo un silencio sepulcral, que fue roto por el ruido de un cuerpo que caía. Era el sargento, que al tener la puerta bloqueada, se había tirado por la ventana huyendo.

Después, me lo encontré en el transporte. Se le habían ido las ínfulas de general, pues, me saludó cortésmente, y me dijo: ‘Casi me quiebro la pata en la caída. ¿Usted me vio maestro? ¿Por qué no me dijo que el comando iba a enviar al teniente ese día?’. En verdad, me era imposible ocultar la risa... Pero lo cierto fue que el problema del Cuay de Santa Fe, terminó ese día y en esa forma. El gobierno del general Torrijos había dado órdenes específicas para crear la Comarca Indígena del Occidente del país, y el respaldo a sus miembros era incondicional.

Hoy, el escenario ha retrocedido. Nos encontramos con un gobierno sin credibilidad ni escrúpulos, intentando proyectos privados en estas tierras sagradas, Santuario de los indígenas; con el pretexto de la necesidad del país de explotar sus yacimientos minerales e hidráulicos; como si los tiempos pasaran en falso, y los pueblos naturales de hoy fueran los mismos que explotaron, humillaron, esclavizaron y exterminaron ayer, después de robarles sus riquezas y destruirles sus entrañas.

Este ya no es el reino de las maravillas donde la realidad derrotaba a la fábula y la imaginación era humillada por los trofeos de la conquista, los yacimientos de oro y las montañas de plata, señores gobernantes.

Indudablemente, nuestras naciones tienen necesidades que subsanar; pero este proceso no puede seguir los lineamientos de la época medieval. Los pueblos de nuestra América están despertando. Sus derechos naturales y sus leyes tienen que ser respetables; máxime, que los proyectos que se quieren desarrollar en sus tierras, son privados e impulsados por un gobierno que anda de escándalo en escándalo... El Florista de Paitilla, los terrenos de Juan Hombrón, los radares italianos, la canasta básica, el combustible, el salario mínimo, las migraciones, las persecuciones; son acciones y posiciones que invitan a dudar de las buenas intenciones del gobierno; pues, de lo contrario, hubieran negociados con el pueblo Ngäbe la creación de una empresa mixta (Estatal-Indígena), en donde la sociedad panameña obtuviera energía barata y además los ngäbes obtuvieran un alto porcentaje de las ganancias generadas... Lo demás, señores gobernantes, es no creer en la mortalidad de las fortunas que la naturaleza otorga y el capitalista usurpa.

En el contexto, es obligatorio, felicitar al Pueblo Ngäbe, por la forma en que ha enfrentado el conflicto. Los cierres de vías y el empuje en masa, ante la problemática, es el último recurso que tienen las sociedades para hacerse escuchar y respetar. No obstante, a la hora de escoger los mediadores, deben investigar a conciencia los personajes que se escogen, pues el rector de la Universidad de Panamá no tiene la estatura moral para realizar este honroso y delicado cargo.

PROFESOR DE HISTORIA.

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