• 18/02/2012 01:00

Aventuras de los dinosaurios

En un país centroamericano había un grupo de animales jurásicos que se negaba a aceptar su realidad, que perdió sus privilegios y hacía ...

En un país centroamericano había un grupo de animales jurásicos que se negaba a aceptar su realidad, que perdió sus privilegios y hacía hasta lo imposible para recuperar las uvas perdidas del bosque. Dos eran sus líderes y se aliaron con un hombre lobo, que usaba corbatas verdes y sacos azules.

Las dos figuras líderes eran expertas en conspiraciones, chismes, crear historias y, debido a la falta de poder políticos, perdieron su memoria reciente. Resulta que el Allosaurus Miguelito, en una plática con otros de sus adictos, habló de un fraude electoral para la próxima elección del regente del pueblo.

Sin embargo, se quedó callado, porque hacía más de 20 años su grupo se robó las urnas, unas actas e intimidaron al resto del pueblo para quedarse en dos ocasiones con el puesto de regente. El grupo de Miguelito Mentira y Panchito Inventor (un Brachiosaurus), se alió con el Hombre Lobo, quien también perdió jugosos contratos, porque la nueva autoridad ya no le daría oportunidad de enriquecerse con dineros del pueblo.

—Vamos a inventar algo para meterle miedo a la gente—, dice el Hombre Lobo.

—Sí. Una historia fea para que el pueblo tenga miedo y simpatice con nosotros—, alega Panchito Inventor.

—Diremos que si el grupo del actual regente gana en las próximas elecciones, acabará con todos los animales y el bosque. No habrá más leña, tierra y animales para vivir.—, destacó Miguelito Mentira.

Dios los cría y el diablo los junta. Ellos perdieron poder para nombrar personas, probar deliciosos jugos de hierbas de la época, tener parejas distintas y atrapar otros esclavos para que trabajaran para ellos, mientras vivían de los impuestos del resto del pueblo. ¿Pero, qué hace un Hombre Lobo juntado con figuras antagónicas en una época que no era la suya?

Miles de años después, un político, eterno senador y exjefe de gobierno italiano. Giulio Andreotti daría la respuesta: ‘el poder desgasta, más cuando no se tiene’.

Nadie había visto al Hombre Lobo en cinco años, que era el período que sus amigos estaban en el poder y como le llovían los privilegios, nadie en el pueblo lo vio. Ahora necesitaba poder a toda costa y la conspiración, la demagogia, la mentira y el engaño era su mejor arma. Los jurásicos se fueron por todo el pueblo diciendo la mentira de puerta en puerta, muchos de los pobladores estaban aterrorizados.

Ellos fueron los verdaderos inventores de la frase: ‘una mentira repetida mil veces se convierte en verdad’. Millones de años después, un hombre llamado Joseph Goebbels, la haría famosa. No obstante, lo que se les olvidó a Miguelito Mentira, Panchito Inventor y el Hombre Lobo, es que había un archivo, donde otros animales guardaron todos los decretos y grabaron en piedra todo lo que hizo el regente anterior.

En momentos que estaban en la plaza del pueblo, donde convocaron al resto de los animales para llenarlos de mentiras, le dice desde el aire un Pterodactylus.

—¿Por qué dicen tantas mentiras al pueblo? Ustedes lo que quieren es poder para seguir nombrando a sus amigos, despilfarrar el dinero de los impuestos, gobernar para ustedes no para la mayoría.—

—Falso, grita el Hombre Lobo. Usted es amigo del actual regente.

—Quieren Constituyente, critican todo, no aportan nada, hablan que el actual regente se quiere perpetuar y se van a otras colonias a hablar mal del pueblo. No engañarán a nadie, todo es embuste, porque la gente no los quiere. Ustedes hicieron dos fraudes, no respetaron la voluntad del pueblo, tuvieron 21 años de poder, saquearon el dinero de los impuestos y nos van a dar clases de moralidad. Mejor retírense a sus casas y dejen de mentir al pueblo que es el mejor de la zona.

Miguelito Mentira, Panchito Inventor y el Hombre Lobo, miraron al Pterodactylus y sus pupilas se cruzaron entre sí. Los tres huyeron ante la pila de huevos y tomates que les arrojaron los pueblerinos en la plaza.

—Mejor doy relevo a otro porque la gente no me cree—, señaló Panchito Inventor.

—Corre, corre. Te dije que eso no funcionaría—. Respondió Miguelito Mentira.

— Me iré a otro pueblo antes que den con una bala de plata—, acotó el Hombre Lobo, mientras sus patas se mezclaban con la paja y que era muy diferente a la que tanto habló.

PERIODISTA Y EXDIPLOMÁTICO.

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